Medios y Remedios


El caos del presidente

Antonio Ceja

La historia política del ahora presidente de México siempre, invariablemente, se ha visto envuelta en acciones de resistencia y desobediencia civil que, aunque son toleradas por la Ley aquellas tiene el sello de la violencia cuyos resultados no han logrado más que dañar la economía del país especialmente en los estados donde López hizo sus marchas y plantones.

Justificadas o no, las manifestaciones de López Obrador de alguna manera dan equilibrio a la vida democrática del país tal como ocurre en otras partes del mundo. Hay que aclarar que, estos derechos de manifestación, deben de estar enmarcados en el respeto a terceros y procurando no afectar el mecanismo social donde éstos hechos se realizan, en pocas palabras, no crear caos.

La izquierda nacional no es precisamente pensante en las consecuencias del derecho de manifestación de ideas; creen que entre más violentas sean la cosas podrán cambiar a su favor cuando, en realidad, es todo lo contrario. Acciones que perjudican a terceras personas siempre serán aborrecidas, aunque los orígenes de las mismas sean justas.

El documento leído el pasado martes por Jenaro Villamil en la mañanera de ese día y donde se describe un plan para “arrebatarle el poder” a AMLO estableciendo una serie de puntos donde se describe una cronología para lograrlo, es una muestra de debilidad oficial ante las torpezas cometidas por 18 meses y que hoy tiene al país sumido en la incertidumbre económica, política y social todo eso en medio de una emergencia sanitaria.

Al darse a conocer quiénes son los integrantes que forman el Bloque Opositor Ampliado, el BOA, el gobierno de López Obrador ha dejado en claro que seguirá la línea de confrontación adoptada hace más de 30 años ya que, en voz de Villamil, se difundieron los nombres de quienes son miembros del BOA y que van desde el payaso Brozo hasta el Financial Times. Lo curiosos, es que casi todos los presuntos golpistas, son personas dedicadas al ejercicio del periodismo tradicional o digital y el resto son cámaras empresariales como el Consejo Coordinador Empresarial y otros organismos que han criticado las políticas de la 4T.

Lo anterior, no sería la primera vez, en 18 meses, que el gobierno de la república ha denunciado acciones que buscan desestabilizar al país. En enero del año pasado, se descubrió un artefacto explosivo en un automóvil que fue abandonado a la puerta de la refinería Antonio Amor en Salamanca. Recordemos también el paquete bomba que recibió la senadora Citlalli Hernández y que “le explotó” en plena cara, actos que, seguramente, no fueron suficientes para “ablandar” a la opinión pública y ver, en estos actos, acciones viles para afectar a la cuarta transformación. Algo similar ha estado realizando el presidente Nicolás Maduro ante las demandas de que deje el poder y convoque a elecciones libres: el ex chofer de camiones se ha inventado, desde golpes de estado nacidos en el seno militar hasta un atentado con drones.

El presidente de México sigue insistiendo en enfrentar a los mexicanos y subirlos al ring para que, a golpes, se arreglen los conflictos que él mismo ha creado y que se niega a ver como políticas erróneas, arcaicas, atemporales, dañinas y fuera de toda lógica elemental.

Prefiere inventarse conflictos, enemigos, complots, ataques y toda una gama de alucinaciones en lugar de rectificar el rumbo llamando a la unidad nacional real. Hoy somos una burla mundial y el caos prevalece ante una administración que prefiere no pensar y atizar más el fuego porque de eso ha vivido toda su vida López Obrador: del caos.


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