UN MÉXICO SIN PRI

Por: Armando León Lezama

La caída del PRI en México. Su derrumbe

Su salida del poder político mexicano, representa, el término del posperíodo Carrancista.

La traición a la manifestación social de 1910, que encontró un nudo con la elaboración de la constitución de 1917.

Síntesis, de un legado del pensamiento liberal mexicano. En 2000 y luego en 2018, el PRI fue vencido por si mismo.

Primero la corriente democrática, hizo la avanzada hacia la izquierda.

Fue un grupo de politicos que se integra en el interior del PRI y pasa a formar un eje social rumbo a las elecciones de 1988, tras deslindarse del PRI por la mitad de la década de los ochenta del siglo pasado.

De ese enjambre de personalidades, Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano y Porfirio Muñoz Ledo, quienes a la fecha siguen vigentes, fueron y son, miembros distinguidos en México y el mundo. El caso, que junto a ellos, fuerzas políticas, grandes y pequeñas, lograron unificar mayorías votantes vencidas por el poder del fraude electoral.

Sinembargo, el pueblo mexicano, pleno de conciencia histórica, tras los acontecimientos de 1868 – presidencialismo en contra del estudiantado mexicano -; 1988, la pérdida de la presidencia de la República mexicana, en la noche de la página negra de la historia nacional, que en HORAS nocturnas dio el triunfo al inombrable – Carlos Salinas de Gortari -, el moderno porfirista: Héroe y villano.

Para el dos mil, se inicia siglo XXI con un presidentote que resultó un presidentito.

Un cocacolero de mocasines que se transformó en un mexicanote con botas y cinturón de gran hebilla: Vicente Fox. El sabor de poder gustó al PAN, que repitió con otro personaje panista para completar 12 años de «maravillas azules».

El PRI regresó a la presidencia de México, con el copetón de Enrique Peña Nieto.

En lo que fue un nuevo debut y despedida. Ya en 2018, la nueva caída y salida del PRI gobierno, para pasar a partido en decadencia, la logra un político de origen priísta.

Un comulgado con los acuerdos y la legitimidad a brazo alzado, disfraz de democracia.

Al señor Andrés Manuel López Obrador, le alcanzó para ser presidente; no para hacer grandes cambios en la cultura de nuevas actitudes en los mexicanos.

Su obligado abandono al partido que fundó – MORENA – para ser el poder ejecutivo en México al cien por ciento, no abona a la organización social tan necesaria para apuntalar el cambio de régimen. Porque no bastará con la legalidad de los decretos y ordenanzas constuticionales, para lograr que la población emerga con energía como una fuerza colectiva, no solamente como se hizo el 1 de julio de 2018.

Porque ha faltado trabajo de abajo hacia arriba y de la izquierda hacia la derecha.

Porque no hay trabajo de calle, porque las culpas compartidas de vivir un México con mexicanos divididos en el ejercicio de una partidocr acia inecesaria, es de muchos; no de unos cuantos.

El PRI ha sido derrotado por sus propios hijos de vida política.

Pero su proceso de reciclaje, debe terminar con el actual presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Los tricolor, en cualquiera de sus facetas: PNR; PRM; PRI, o MORENA, deben sucumbir al peso de una sociedad plenamente madura, que tiene que dar pasos adelante y lograr en el trabajo colectivo, la oportunidad de repensar y construir un país, dónde las mayorías y minorías, no únicamente votan; sino también, deben realizar la práctica de la democracia participativa.

De manera, que los sucesores de los actuales representantes constuticionales y servidores públicos, deberán pensar en grande, pensar hacia lo lejos, pensar en lo bien hecho.

Y para eso deben no hablar sino escuchar. No escribir; sino apuntar. No prometer; sí trabajar.

La historia de México es aleccionadora, señores políticos, señoras en la política, no se sientan los nuevos ricos.

No se olviden que la política es para elevar la cultura de los pueblos.

Pero sobretodo, no olviden que el PRI, encualquira de sus rostros en la historia del país mexicano, es más de lo mismo.

No basta que haya llegado AMLO a la silla presidencial y haga lo que le permite el gran capital.

Urge renacer en espíritu social y emprender la gran cruzada por mejor vivir.

Y vivir mejor, es participar para tener un México sin PRI.