Complicidades parte VI

Del juego de las traiciones

 (al priismo de BCS)

Pedro Mazón B.

Difícil fue para la militancia priista aceptar los resultados de la elección del 7 de junio de 2015.

Al inicio de la jornada, en la apertura de las casillas, fallaron los representantes de las mismas, unos no contestaron sus teléfonos a las llamadas de los dirigentes y operadores, otros de plano no quisieron asistir: la estructura se había comprado en gran parte.

¿Quién o quiénes la vendieron? ¿qué pasó con esos coordinadores encargados de la operación política? Aún siguen siendo las interrogantes de muchos.

Habían entregado los listados.

Los vendieron a buen precio. Otros por posiciones políticas y “chambas” en el nuevo gobierno panista, son versiones que explican los conocedores.

Se verán sorpresas, nuevos nombres de hombres y mujeres en el Gobierno estatal, municipal —en los cinco Ayuntamientos de BCS— y en el Congreso del estado.

Hasta empresarios que andaban del lado del tricolor, aparecerán próximamente.

Pero la traición no se traduce nada más en eso: de lo que ya hemos comentado del trabajo adverso de la estructura de Esthela Ponce, quien con “brazos caídos” aplicaba su acción y, por otro lado, Isaías González Cuevas, también con labor contraria, donde estuviera, con quien hablara, siempre soltaba la insinuación del juego en contra de los candidatos del PRI.

Y además:

Algunos de los actores políticos acusan de una traición inicial del candidato priista a gobernador Ricardo Barroso. El acuerdo o alianza “de facto” (por debajo del agua, como se dice comúnmente) con el ex gobernador Narciso Agúndez, candidato a presidente municipal de la coalición PRD-PT-Movimiento Ciudadano, en Los Cabos, dicen no agradó en nada ni al mismo al presidente Enrique Peña.

Ya había establecido ese pacto, del cual renegó el mismo ex vocero oficial de Peña Nieto, en ese entonces candidato a diputado federal en el listado de ésta primera  circunscripción electoral, por la vía plurinominal, el sinaloense David López Gutiérrez, familiar cercano de Alberto Treviño, el candidato “priista” a la presidencia de Los Cabos.

“De plano la regó feo este ‘chamaquito’ inexperto”, aseguran comentó David López cuando se enteró de esos acuerdos que hizo Barroso.

Alberto Treviño le reclamó siempre. Desde que se enteró. Y una vez concluida la elección, con los resultados en mano, el reproche fue mayor.

Treviño fue directo con Barroso a quien refirió su traición para con el PRI y sus aliados, en esa relación perversa con los hermanos Agúndez, el candidato, y su hermano, José Antonio, el presidente municipal de Los Cabos.

Pero esto de los acuerdos no termina ahí. En La Paz, había otro caso: Axxel Sotelo, un candidato que padeció la escasez de recursos económicos, fue dejado de la mano de Ricardo Barroso.

Otro pacto se había entrelazado con el candidato a presidente municipal de La Paz por el PRD, PT y Movimiento Ciudadano, Saúl González Núñez. Una traición más de Barroso. O, si gusta llamarle, un acuerdo de alianza “de facto” con ese grupo de las izquierdas.

Los reclamos y exigencias vinieron de otras y otros candidatos para con Barroso, quien cargaba y soportaba económicamente la campaña de la mayoría de los candidatos a puestos de elección popular.

A unos les dio mucho. A otros repartió poco. Y los enterados asumen que compartió más con aquellos, en quienes pensaba le iba a redituar en votos, con los de las llamadas “alianzas de facto”.

Quienes de esto saben, afirman que con esa información el Presidente de México se sumó al proyecto del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de apoyar con todo a quien representaba la otra opción en el proceso electoral, el candidato del PAN a gobernador, Carlos Mendoza.

La dirección de esto cambió entonces. Dio un giro de 180 grados para la campaña del PRI y sus aliados. Lo hicieron “arriba”,  ese acuerdo, que jamás se bajó como información, y todos dimos con “esa entrega” hasta cuando llegó el senador Emilio Gamboa, con sus rezos, en la radio local, el jueves 21 de mayo de 2015.

Desde entonces, sin deberla, y solamente por cumplir con una instrucción, Gamboa es el político más odiado del priismo sudcaliforniano.

(Finaliza Complicidades en parte VII).