Por Víctor Octavio García

Periplo

* Mi amigo Lobo

Hace días, en calidad de partisano salí de gira a recorrer mi estado; primero el norte del municipio de La Paz, desde El Bosque, La Purificación (que nadie sabe porqué diablos lo rebautizaron con el abominable nombre de la “Víbora Blanca”), La Primera Agua, La Soledad, Las Ánimas, San Pedro de la Presa, El Toris, el Paso de Iritú, Las Tinajitas, La Fortuna y Las Vevelamas (donde hacen un riquísimo queso de chiva). Poco después el norte del estado, por la costa del Pacífico desde San José de Gracia hasta la escarpada sierra de La Giganta donde se sientan los llamados Comondú, (San Miguel y San José de Comondú, la capital del norote); Cadejé, San Juanico, Las Barrancas, La Purísima, San Isidro, Carambuche, Francisco Villa y La Poza; concluí mi gira el viernes pasado en una veja ramada en casa de mi amigo “Gordo” Almaraz, en San Juan de La Costa. (Al final les comentaré el chusco final de la gira).

Días previos a mi salida, le repropuse a Juan Alberto Valdivia visitar estas comunidades para portar su mensaje como candidato. Le pareció excelente la idea y me avitualló con gorras, manteles, playeras y propaganda. A excepción de San Juanico y Las Barrancas, recorrí el resto de las comunidades visitando viejos amigos y tocando puertas casa por casa. Me encontré comunidades completas entregadas al proyecto de Ricardo Barroso. La película (impresión) que me traje de esas apartadas comunidades dista mucho del falso y desabrido entremés mediático que ofertan todos los días periodistas y medios de comunicación entregados al gobierno; ni todo el monte es orégano ni el PAN está por comer “tiernito”.

Sin duda que al candidato (PAN) del gobierno le ha pegado y le ha pegado duro el clima de inseguridad que priva en el estado, particularmente las ejecuciones, el “cochinero” en los contenidos de las llamadas telefónicas intervenidas que lo han exhibido como un “tipo sucio, corrupto, perverso y malo”, así como el estado de abandono en el que se encuentran. Sólo por hablar del caso de Cadejé, donde se asientan poco más de treinta familias, no cuentan ni tienen agua potable porque el motor lo arrastró el arroyo al paso del huracán Odile; no tienen centro de salud ni atención médica y el camino –más de 45 kilómetros de terracería que une Cadejé con San Juanico, propiamente está intransitable–. La noche que pernocté en el ejido No 1, en casa de mi consuegro, vi una película muy distinta de la tierra de los “Covarrubias”, de la tierra del “Jefe” como diría el Picore en una de sus llamadas disque “intimas” intervenidas, de que su partido (PAN) no las trae todas consigo. Un chavo nuevo que contiende por la alcaldía de Comondú (Enrique Ríos), a quien no conozco más que en fotos, prácticamente trae “mordiendo polvo” al candidato ícono de los “Covarrubias”, Francisco “Pancho Pelayo”. Sí esto está pasando en pleno “territorio azul” que se supone que es Comomdú, luego entonces sólo el Diluvio.

No se si lo que vi en mi largo recorrido por las comunidades más apartadas de mi estado esté pasando en el resto del BCS, lo que si sé, es que al interior del PAN ya se escuchan voces que dicen que Carlos Mendoza Davis anda en busca de una “malla de protección por sí pierde” –que es lo más probable–, que bien puede ser una “Delegación Federal” a la sombra de Luís Videgaray y o bien de su amigo y padrino político de toda la vida, José Antonio Meade, expresiones que hace dos semanas eran impensables escucharse, lo que quiere decir que ya se les hizo “bola el engrudo” con todo y la “copeteada” encuesta Mitofsky que les dio 10 puntos de ventaja hace apenas un mes.

Terminé mi agotadora gira en San Juan de La Costa, a la vera de unas ricas almejas chocolatas estofadas, preparadas por las experimentadas manos de Andrés (Pokemón) Abaroa. Con frecuencia visito a mi amigo “Gordo” Almaraz. En las últimas cinco o seis visitas normalmente me brindaba machaca de cubana o de barrilete. No soy muy afecto a ese tipo de pescados pero me los comía, simplemente para no desairarlo ni ser grosero. El viernes pasado que llegué, antes de que llegarán de “marea”, me senté a la sombra de la vieja ramada a esperarlos hasta que los divisé; me acerque a la playa para ayudarlos a bajar las “taras” con pescado; la jornada ni buena ni mala; seis vaquetas, tres cochitos y dos guerepas. Cuando vi las vaquetas, que tampoco conocía, exclamé. ¡Vaquetas! Sí, me contestó el “Gordo”. ¡Hasta que las conocí,  a ver cuando las pruebo!, le dije. El  viejo pescador nomás se rió. La única vaqueta que “filetearon” fue una que venía mordida de lobo (foca). Pensé que freirían los filetes, pero no; me los regalaron. El “Pokemon” tenía pensado –como finalmente ocurrió– preparar almejas chocolatas estofadas y pescado en “agua chile”. Gracias al lobo fue como me regalaron dos filetes de vaquetas. Para esto, le dí “carrilla” toda la tarde al “Gordo”; “Son chingaderas que siempre que vengo me des machaca de cubana o de barrilete y ahora, gracias a que un lobo mordió una vaqueta, me regalas filetes de pescado bueno”, le dije. El “Gordo” se carcajeaba a lo lindo. Cuando me despedí le pedí a Evenecer –hijo del “Gordo”– que cuando viera al lobo me lo saludará mucho y le diera las gracias de mi parte, que en la próxima visita le llevaría café.

¿Échense ese trompo a la uña?

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