• 2014 retos y desafíos
• Sin oposición de a deberás….regreso al populismo

Frente al reto de transformar la política económica reformando el articulo 25 y 28 constitucional y redefinir el modelo de contribución tributaria y de desarrollo nacional, el Gobierno federal priista optó por el camino de la concertación salinista.

Los ajustes de precios, tarifas e impuestos y el control salarial forman parte del recetario tradicional del Fondo Monetario Internacional que definió la economía de 1983 al 2000, desde “el pacto por solidaridad” y las agresivas reformas que de nueva cuenta petrolizaron la iniciativa de crecimiento económico del País.

La táctica está supeditada en la visión de estabilizar las finanzas públicas vía mayores ingresos públicos. Pero el replanteamiento de estas estrategias se localiza en el control salarial para evitar el disparo de la inflación por el aumento de los costos de producción. El pensamiento fondomonetarista que anima las alzas de precios e impuestos, radica en la doctrina monetarista: la inflación es en todo tiempo y en todo lugar un fenómeno monetario, por lo que las últimas reformas constitucionales de carácter estructural le dieron paso a una nueva película que se vivió a principios de la década de los 90.

Por eso el centro de política económica en este 2014, descansará en el control de la demanda y el mayor control tributario; para mantener estables los precios. Entendiendo que la demanda se define por la masa salarial. El aumento de salarios mínimos y contractuales se seguirá manteniendo por debajo del alza de los precios.

Pero parece que a los legisladores del Congreso de la Unión se les pasó visualizar por andar de grilleros, levanta dedos y salva patrias, que mas allá de “voluntarismos” y “caudillismos” Las reformas que debatieron, aprobaron y discutieron, nunca se fijaron en el objetivo de recuperar el empleo ni de reactivar la economía de manera productiva ni de aumentar el bienestar. Peor aún, sin demanda, las posibilidades de la oferta serán menores. Por eso las metas de recuperación del empleo se han trasladado al 2015, porque francamente este año será de equilibrio de las variables macroeconómicas.

Los gurús que visualizaron la oportunidad de reformar sistemáticamente la Constitución para darle entrada a las reformas estructurales del presidente de la republica se basaron en las cifras que señalan que las grandes pérdidas de poder adquisitivo ya pasaron. El promedio ponderado sexenal de la pérdida de poder adquisitivo del salario en los gobiernos de José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo fue de -38%, en tanto que la pérdida en el sexenio de Fox y Calderón fue de apenas -4 y -1% y que mantuvo una media de 1.9 % de inflación al final de los sexenios panistas.

Sin embargo el fondo no es la comparación de revisión sexenal. En comparación con el año de 1981 –año en que terminaron los aumentos salariales por encima de la inflación–, la pérdida acumulada del poder de compra del salario en el 2013 podría ser casi -60%. Es decir, que el salario mínimo del 2013 apenas puede comprar el 40% de lo que adquiría en el 2003. La inflación alta y el aumento salarial bajo han achicado el poder adquisitivo del salario a apenas un tercio del que tenía hace treinta años, según cifras del cuadro salarial de www.mexicomaxico.org/Voto/SalMinInf.htm.

El peor sexenio del salario mínimo fue el de Miguel de la Madrid, cuando el responsable de la política económica fue Carlos Salinas: la inflación sexenal creció 3710.12% acumulada y el salario mínimo apenas 2097.42%, con una pérdida de poder de compra de -43.45%. Con Echeverría, por el aumento de salarios, el poder de compra se recuperó 56%, pero duró poco porque el aumento en la demanda sin una corrección en la oferta llevó a presiones inflacionarias que se pagaron con controles salariales y devaluación.

La decisión del gobierno federal de Peña Nieto, parece que nos llevará a regresar a las políticas económicas fondomonetaristas cuyos argumentos al parecer descansan en dos vertientes: la primera puede ser que los equipos económicos siguen operando bajo el pensamiento económico tradicional del FMI y la segunda que coincide mas con la posición del agonizante Pacto por México, en donde la –dizque- oposición al PRI percibió que carece de fuerza para replantear toda la política económica. En todo caso, le faltó determinación para romper con los candados de pensamiento económico que sigue manteniendo el PRI en el área de funcionarios económicos y financieros de la burocracia.

Las metas de los gobiernos panistas y perredistas del país son modestas: sólo estabilizar las finanzas públicas, aceptar de antemano un PIB menor al oficial y sacrificar el empleo. Los ingresos adicionales por el aumento de precios y tarifas e impuestos irían a estabilizar las finanzas públicas que fueron desequilibradas por la transición del poder y la nueva reforma hacendaria y financiera que desde la semana pasada entró en vigor.

Pero más que echarle la culpa al gobierno, también hay que reconocer que todo quedó parchado en la componenda de la incapacidad y conveniencia del “Pacto por México” en la que PRD y PAN le dieron el sazón al caldo y por eso el problema de la crisis radica en el diseño de la política económica y el pensamiento económico subyacente. Lo malo es que el PAN y el PRD en el pasado fueron partidos con una muy clara crítica a los fundamentos neoliberales y fondomonetaristas de la política económica priísta y por tanto los dos estaban obligados a hacer un replanteamiento general de la economía.

Pero como en este país los experimentos nunca han extinguido a la materia prima, el desafío sigue: o se cambia la política económica y se despretroliza la economía para superar la doctrina estabilizadora del FMI o las decisiones van a seguir dañando el nivel de vida de las mayorías. A la recesión del 2013 se le va a añadir en el 2014 el aumento brutal en precios, servicios e impuestos, sin alza salarial.  Mientras tanto los partidos de la “oposición” y sus coordinadores de bancadas, gobernantes y dirigentes prefieren “fintear” al pueblo oponiéndose de forma pero nunca de fondo.

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