Por: Salvador Castro Iglesias

Correo electrónico: salcasis@yahoo.com.mx

Bueno ya casi cumplo otro año más de vida, y ¿que he logrado en todo este tiempo?

Haciendo un análisis de mis primeros 50 años, puedo afirmar que no solo he acumulado un montón de tiempo, si no que durante todo ese lapso mi vida ha estado plena de vivencias y experiencias que me han marcado y dejado una huella indeleble.

¿Cómo explicarles la emoción de contar con 4 hijos e hijas maravillosos que a lo largo de su vida, se han ido convirtiendo en jóvenes y señoritas llenos de pasión, amor, fortaleza y créanlo, cada día más parecidos a sus respectivas Madre y al que esto escribe, confirmando una vez más la teoría de la genética heredada de padres a hijos (no entraré en detalles al respecto dados mis pocos conocimientos en la materia).

Sin embargo lo confirmo cuando me veo reflejado en los ojos de mi hija Graciela, que con sus actitudes, movimientos, risas, enojos, cada día es más parecida a un servidor.

Ni que decir de mis demás hijos Alejandro, Rebeca y Teresita, quienes llenos de juventud, me hacen recordar mi infancia, adolescencia y espero, mi etapa adulta.

También durante todo este tiempo, he ido aprendiendo a decir las cosas por su nombre y a no aceptar en lo posible, a personas que confundiendo el valor de la amistad, se han acercado durante algunos trechos de mi camino, tratando de obtener algo de mí, para luego hacer mutis y no volverlos a ver.

Obviamente he contado con el gran honor y privilegio de tener algunos amigos leales que me han enseñado el real valor de la amistad y juntos hemos compartido buenos y malos momentos sin pedir nada a cambio, solo el gusto de sabernos amigos.

Durante ese caminar hacia mis primeros 50 años, he tenido la insustituible pena de perder a algunos de mis mejores amigos, quienes por obra del destino se han ido dejando una marca en mí que al paso de los años, me hace recordarlos afectuosamente, dando gracias a mi poder superior por haberme permitido acompañarlos durante un breve espacio de tiempo.

Desde aquí mando a cada uno de ellos mi agradecimiento por ello, esperando que algún día podamos reunirnos en otro espacio de tiempo para compartir experiencias.

¿Qué decir de la eterna compañera que es mi madre Graciela?, esa chica que haciendo tripas corazón al separarse de mi Padre, enfrentó su destino saliendo a la calle a demostrarnos a todos que ser mujer es una condición que no se negocia.

Mi Madre, ha estado y sigue estando conmigo en las buenas, las malas y las peores, ofreciendo su apoyo incondicional para que cuando regreso de la batalla por la vida a curar mis heridas, encuentre refugio entre sus brazos y calor de hogar para así poder volver una vez más, a enfrentar mis retos cotidianos.

He encontrado durante este caminar, a 3 bellas, amorosas y luchonas compañeras, que no solo me dieron su tiempo, cariño y amor, también son las madres de mis hijos e hijas y aunque las circunstancias no nos permitieron continuar juntos nuestros caminos, si seguimos contando con la grata e inigualable dicha de sabernos amigos.

También la vida me ha dado dos hermanas que con su compañía y a través de la vida, han sido muestra del amor que solo siendo hermanos se logra comprender, estando ahí siempre que las he necesitado y llenando de risas, alegrías y apoyo sin fin a este su hermano caminante y soñador que las ama, las respeta y se llena de orgullo cuando ellas logran sus pequeños y grandes triunfos y sufre en silencio sus derrotas.

¿Qué decir también de aquellos compañeros de labores con los que conviví un tiempo?, ellos fueron fuente de retos, enseñanzas, alegrías y en algunos casos de frustraciones que me han servido hoy como herramientas para seguir adelante en mi camino.

Caray, llegar a los 50tas. Ha sido en verdad divertido, genial, apasionante, y ¿por qué no decirlo? Sensacional.

Antes de seguir aburriéndolos con mis recuerdos y recuentos, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer un breve alto en este relato, para enviarles a mis antepasados mi gratitud por hacer de mi lo que soy, por heredarme todo el bagaje cultural, social, de valores, y que gracias a ello me ha sido útil para tratar en lo posible de ser una mejor persona.

Aunque la vida me ha llevado por derroteros inimaginables muchas veces para mí, no dejo de reconocer los errores cometidos, siempre sin dolo pero errores a fin de cuentas, mismos que me han enseñado a respetar a las demás personas, enviando sinceramente mi disculpas y reconocimiento a todos aquellos que han confiado en mí y que por causas diversas los he defraudado.

Reconocer mis errores me ha dado la fortaleza para enfrentar mi vida, aprendiendo de ellos y evitando no volver a cometerlos con la certidumbre de que cada día que pase, trataré de corresponder con amor, lealtad, honestidad a esa confianza.

Gracias también a mis lectores que durante más de 11 años, han seguido leyendo, criticando y aplaudiendo (en algunos casos) mis escritos, que más que otra cosa, solo han tratado de reflejar mi sentir y mis vivencias día a día.

Nos leemos más adelante …