Por Víctor Octavio García
¡Qué tiempos aquellos!
* Hígado sin sal
Hace más o menos veinticinco años –en mis primeras “venadeadas”– el “Pilarillo” Amaraz, “Vidorria” y yo, decidimos salir a buscar un “hijuelachingada”; nos habían dicho que andaban varios de ocho puntas en la zona de la “Difuntita”, que era cosa de ir, tumbar uno y paletearlo; preparamos el .6 mm, cuchillo, mecates y ¡fierro!, nada de “lonchi” salvo agua para tomar; el “Vidorria” que es muy bueno para trazar expectativas había dado su opinión; compadre, le dijo al “Pilarillo”; “no vamos a llevar “lonchi” para no perder tiempo, pa’ las ocho de la mañana vamos a tener colgado un “hijuelachingada” en los brazos de un ciruelo”; se me hizo muy ojona pa’ que “juera” paloma pero no dije nada, me quede callado.



