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Por Juan Carlos Méndez

Sin duda para ser funcionario público la vocación de servir debe ser el pilar de las aptitudes de la persona en quien se encarna la naturaleza de la función pública, porque es a través del funcionario público donde los programas y acciones del estado se aterrizan.

La función administrativa implica un contrato de naturaleza administrativa celebrado con el particular que decide desempeñarse como servidor público, lo que implica a cualquier gobernado tener también la facultad de gobernar o poder servir a la colectividad en que vive y en la cual convive.

En Baja California Sur, este concepto está lejos de ser asimilado por la mayoría de quienes han pasado por alguna responsabilidad pública, más aún la acepción del servicio público queda entre lagunas porque sencillamente no se buscan los mejores perfiles sino los mas afines a los criterios con que se gobierna desde la perspectiva del compromiso político o partidista que se sobrepone al compromiso social.
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