Por Víctor Octavio García
IERT
+ Sin cambios ni voluntad
El saldo de los problemas acumulados generados por Jesús Taylor al frente del Instituto Estatal de Radio y Televisión, son exactamente los mismos de hace unas semanas cuando tocamos el tema, más no así el crecido número de víctimas que ha cobrado la guerra intestina emprendida en contra del personal que sobreviven en ese fenomenal campo de batalla laboral que sigue cubierto de minas colocadas estratégicamente para aniquilarlos, ahora montados en una estrategia que envidiaría el mismo Napoleón o Hitler: Este estratega se ha pertrechado de verdaderos especialistas en la lucha de guerrillas, ya que dentro de su staff de guerra cuenta con la experiencia de un senil general que a base de gritos y graznidos transmite las ordenes e indicaciones que dicta el tirano; ordenes que no tienen otro objetivo más que causar temor y zozobra entre quienes sobreviven laboralmente en ese campo de concentración, prohibiéndoles el consumir alimentos y bebidas en las instalaciones so pena de tomar medidas drásticas. Otro elemento que juega un papel importante es la presencia de La Matahari, una mujer entrada en carnes que juega un rol de inteligencia y cambio de señales con el tirano a quien le provee información de los posibles riesgos o atentados que pudieran estarse gestando en su contra entre los cautivos y aterrorizados empleados; su misión es la división y enfrentamiento entre los trabajadores ante el beneplácito de quien cree tener el control, también y como en la época del imperio romano, el dictador cuenta con su bufón de cabecera, en este caso una dama con algunas primaveras a cuestas que su labor se circunscribe en recrear y divertir al tirano con sus chistes y vocabulario irónico hacia las víctimas o prisioneros de guerra laboral, logrando con ello el solaz esparcimiento del tirano que todo aplaude y festeja de las ocurrencias de alguien sin sentido pero que sabe perfectamente que su labor va encaminada a desalentar el espíritu libertario de las víctimas y a entretener al tirano. Hay otros elementos que cumplen de igual manera un rol dentro de este maquiavélico estado de guerra permanente, pero por su bajo perfil no es digno de mencionarlos ya que si bien es cierto están conscientes que si no acatan o se someten a los caprichos del tirano dictador pueden perder su estatus de protegidos y convertirse en una victima más de la ira de quien cree contar con todos los pelos de la burra en la mano.
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