Por Iván Urusquieta
No es resultado de la más reciente reforma laboral, ni se trata de un nuevo tipo de sentencia prevista por el modelo de justicia oral, pero la guajolotera que el virrey Manny Velazco -el reverdecido gober chiapaneco- le propinó en diciembre pasado a uno de sus pajecitos podría reinstaurar en el país aquella práctica que empleaban los principesos de antaño para dirimir alguna diferencia: la cachetada como invitación para batirse a duelo.
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