Cálate Lión o La Revolución tiene vías insospechadas

Juan Melgar

Los ocho dientes de oro le rebrillaron cuando sonrió con mueca torcida, reconociéndolo, años después, en el Deéfe. Había tenido algunos desacuerdos con el estudiante a principios de los 70, cuando el 2 de octubre no se había olvidado y cuando los campesinos a los que el de los dientes brillantes decía representar contaban poco en las luchas políticas del país. En el imaginario estudiantil marxiano la clase obrera tenía la exclusividad sobre el potencial revolucionario. Además, acá en el sur de la isla había poca industria, por lo que los campesinos estaban más a modo para recibir la solidaridad de una palomilla deseosa de contribuir a los esfuerzos de la clase trabajadora para emanciparse de… de los capitalistas burgueses y sus gobiernos peleles, del imperialismo yanqui y de la puta que los hubo parido a todos, cómo de que no.

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