ABCdario

Por Víctor Octavio García

¡Qué tiempos aquellos!

* Caduaño, tierra de cambios

Al despuntar la década de los 70’, viví y estuve muy cerca del primer movimiento reivindicatorio de campesinos que se produjo en BCS –entonces territorio– tutelado por las izquierdas; leer a Karl Marx, Federico Engels, el 18 brumario y tratados de Willy Brandt de la internacional socialistas sin entenderlos no me hizo más revolucionario sino un joven que iba con a la par con la época, Salvador Allende, el asesinado presidente de Chile había hecho célebre una frase que caló profundo en la conciencia colectiva influyendo en muchos jóvenes de la época cuando dijo; “ser joven y no ser revolucionario, es inevitable hasta una contradicción revolucionaria” que es desde el punto dialéctico; fui revolucionario sin entender el capitalismo y me convertí en promotor del cambio sin entender a Engels.

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Por Víctor Octavio García

¡Qué tiempos aquellos!

* Travesía

Ildefonso García Torres, de oficio arriero y tejedor de cabestros, durante su noviazgo con mi bisabuela Enedina “Nina” Cota Cota, infinidad de veces cruzo la sierra de Caduaño a Todos Santos, mi bisabuela trabajaba con el “Chino” Tabasco, conocido hacendado de todos Santos donde aprendió las primeras letras del abecedario; había conocido a mi bisabuelo cuando arriaba ganado de la sierra a San José del Cabo donde era embarcado (playa de Palmilla) al estado norte de BC, su noviazgo terminó en 1906 cuando se “robó” a mi bisabuela cruzando de noche la sierra de Todos Santos a Caduaño con su prometida montada en las ancas del caballo.

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Por Victor Octavio García

¡Qué tiempos aquellos!

* Darle el punto al dulce de pitahaya


Esta reseña me la contó mi papá –qepd– hace muchos años, cuyo drama se gestó allá por los años 50’s; en ese tiempo se produjo una inusual migración de cabeños al valle de San Fernando, en California EEUU, atraídos por la pisca de hortalizas y fresas; según mi papá, tenía dos amigos contemporáneos con los que le había tocado hacer el servicio militar que eran muy amigos, compadres, uno de ellos –Arturo– que se fue en una leva a la pisca de algodón al valle Imperial, en Mexicali y meses más tarde, seducido por las buenas nuevas de los campos agrícolas del otro lado llegó al valle de San Fernando donde se fincó, formó su familia y murió, en tanto Fortunato se quedó a enfrentar las sequías y los calores al pie del picacho de San Pedro y San Pablo, en la sierra del Cayuco. (Caduaño).

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Por Víctor Octavio García

¡Qué tiempos aquellos!

* Coraje y gratitud

Hace unos años le vendí un pick up a un amigo de la zona norte de municipio de La Paz –por prudencia me reservo su nombre–; un Ford Ranger 1986, doble tracción, llantas nuevas, motor seis cilindros, en muy buen estado; no recuerdo exactamente en cuánto cerramos el trato, el caso es que me dio cinco mil pesos y el resto en ocho días; ingenuamente le entregue los papeles.

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Por Víctor Octavio García

 

¡Qué tiempos aquellos!

 

* La “cochi” y la carretilla

 

En 1968, cursaba el 4to. año de primaria en Miraflores; en Caduaño, mi tierra, solo había hasta el 3er. año, a cargo de la profesora Jesús F. Castro Ruiz, mejor conocida como la “Pichucha”; legendaria maestra de la época de Jesús “Chucho” Castro y de Victorino Martínez; de lunes a viernes, más de una veintena de chamacos (estudiantes de primaria) proveniente de ejidos y comunidades aledañas a Miraflores como Agua Caliente, El Chorro, El Ranchito, Las Casitas, Las Cuevas, Caduaño, Boca de La sierra, El Romerillal, El Campamento, El Mesquite, convivíamos en el internado donde nos daban las tres comidas; a las siete de la mañana nos levantaban para cumplir las tareas que nos asignaban antes de desayunar e ir a la escuela; unos a limpiar la huerta, ayudar a don Manuel Sandez, el huertero, a regar, deshierbar, sembrar, cultivar y levantar las cosechas etc.; otros echarle comida y ordeñar tres vacas pintas; unos más a regar los naranjos (injertos) y aguacates y otros llevarle comida (lavaduras y saldos de la huerta) y agua a los “cochis”; las mujeres se encargaban de barrer y asear los baños y dormitorios.

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