¡¡Ah Chihuahua!!

«Las armas nacionales se han cubierto de gloria», es una de esas frases que nos dieron patria desde la escuela elemental. El general Zaragoza había derrotado al ejército francés de Napoleón III en la batalla de Puebla. Esos fuertes de Loreto y Guadalupe. Tan milagrosos como las vírgenes epónimas.
Pero, supimos después por nuestra cuenta, la hazaña de Zaragoza no significaba el fin de la guerra.
El acoso invasor apenas empezaba. Y también la epopeya juarista.
A la vuelta de un año viene otra arremetida, ya con Maximiliano y Carlota cruzando el Atlántico hacia su nuevo imperio mexicano, y sin zaragozas que le entren al quite. El Héroe de Puebla, ya había muerto de tifoidea en septiembre de 1862, cinco meses después de su histórico triunfo militar.
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