Por Víctor Octavio García
Pese a los malos augurios
- Buenas expectativas
Romper para estabilizar: JLP
De la tarde-noche del viernes 23 de enero –llena de emoción social–, tras el registro de Ricardo Barroso, como precandidato del PRI a la gubernatura del Estado, bien se pudo sacar la víspera (vaticinio) de lo que ocurriría, horas más tarde, en la sede del PRI estatal. La presencia de cientos o quizás miles de “nuevas caras” acuerpando el registro del joven abanderado motivó que más de 70 aspirantes a cargos de elección popular se apersonarán en el PRI buscando “cobijo” en una candidatura. No obstante las 21 posiciones en disputa –incluyendo la candidatura a la gubernatura, dos diputaciones federales, trece de las dieciséis diputaciones locales de mayoría relativa y cinco alcaldías– muchos se sintieron alentados y seguros y se apuntaron. Si la candidata hubiese sido Esthela Ponce o Isaías González Cuevas, la participación habría sido otra. No es lo mismo un abanderado con empuje y arrastre social a un candidato o candidata a secas.
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