Por Víctor Octavio García
PRI
- Presidente y Secretario por prelación
- Delegado y “Sub” que nomás no se ven
Cuando pronosticamos el errático actuar y los pobres resultados que traería en el trabajo político al interior del PRI a cargo de Abel Salgado Peña para conducir el cambio de dirigencia estatal no faltaron quienes contradijeron nuestro asegurando que la opinión vertida en este mismo espacio era en base a otras razones menos al de un análisis serio, profundo y reposado.
Hoy con las dudas de sí es o no legal –estatutariamente hablando– los procedimientos que han seguido fielmente dentro del PRI desde aquel uno de mayo cuando un Consejo Político (a modo) convocado por los estatutos pasados aprobaron acciones de los estatutos actuales (que en esa fecha aún no tenían vigencia) y luego la Comisión Política Permanente siguió aprobando renuncias y nombramientos solo legitimados por Diego Zepeda –subdelegado del PRI, que ni fu ni fa — dejando la Presidencia y la Secretaria General espacios que por prelación luego tendrían que cubrirse; renuncian e ipso facto el CEN los hace buenos nombrándolos discrecional y autoritariamente como Delegados Especiales “encargados de las mismas responsabilidades a las que segundos antes habían renunciado”. (Figuras que por más que releí los estatutos nomás no encontré).
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Creer que en los próximos días los priístas estrenaran nueva dirigencia en el PRI estatal, con un consejo político estatal renovado y con pleno “respeto” a los estatutos no es más que hilar en el vacío. ¿Por qué?, porque el proceso interno que sancionara la renovación de la dirigencia estatal del PRI se fue de largo saliéndose de control y la paloma está por írseles viva, todo porque al Delegado del CEN del PRI, Abel Salgado, se le hizo bolas el engrudo.
Colectivo Pericú 