¡Menos dinero para Sudcalifornia en el 2026!



El recorte que marca un antes y un después

Baja California Sur acaba de entrar en un territorio desconocido: por primera vez en su historia reciente, será la entidad más castigada del país en el reparto del presupuesto federal para 2026. Con una reducción del 5.7 %, el Estado se coloca en la cima de una lista que ninguna administración estatal quiere encabezar.

Lo aprobado por la Cámara de Diputados no es una cifra menor ni un simple ajuste contable. Es un golpe que toca directamente las fibras más sensibles del desarrollo sudcaliforniano: salud pública, seguridad, infraestructura y educación. Es, en pocas palabras, un recorte que se sentirá en la vida cotidiana de miles de familias.

Un golpe donde más duele

Mientras el discurso federal presume bienestar, megaproyectos y una supuesta distribución equitativa de recursos, Baja California Sur se enfrenta a un escenario crudo:

  • Menos presupuesto para hospitales ya saturados.
  • Menos recursos para obra pública en un estado que depende de su infraestructura turística.
  • Menos apoyo para la educación básica y normal, sectores que históricamente han requerido refuerzos, no tijeras.
  • Y menos fondos para convenios de descentralización, afectando la coordinación de servicios esenciales.

A nivel nacional también hay recortes, sí, pero ninguno tan profundo como el que se impone a esta entidad. La reducción de 9,200 millones en salud pública, 8,000 millones en descentralización y otros recortes estratégicos pintan un panorama donde los estados deberán “hacer más con menos”. Pero en Baja California Sur, la premisa suena más a “sobrevivir con menos”.

Centralización disfrazada de austeridad

Diputados federales ya advirtieron que esta decisión se inserta en una tendencia clara: menos recursos para los estados, más control para la Federación. BCS no solo pierde dinero; pierde margen de maniobra, autonomía operativa y capacidad de respuesta.

La narrativa oficial habla de austeridad, eficiencia y disciplina fiscal. Pero para los municipios y el gobierno estatal, el mensaje es otro:
un recordatorio silencioso de que el reparto de recursos sigue dependiendo del humor político de la Ciudad de México.

Un 2026 cuesta arriba

Este recorte llega en un momento donde Baja California Sur enfrenta crecimiento demográfico acelerado, presiones sobre el agua, urgencias de infraestructura y un sistema de salud que aún no se recupera de los rezagos pospandemia. Restarle presupuesto en este contexto es, cuando menos, contradictorio.

Lo que está en juego no es solamente un ejercicio presupuestal; es la capacidad del estado para garantizar servicios esenciales y sostener el ritmo de desarrollo que lo ha convertido en una potencia turística y económica del noroeste.

La advertencia está sobre la mesa

“Cada vez vemos más centralización de recursos y menos apoyo para los estados”, señalaron legisladores al conocer el recorte. Y en el caso de Baja California Sur, esa frase deja de ser una advertencia para convertirse en una realidad palpable.

Si no hay correcciones, 2026 podría convertirse en un año donde los sudcalifornianos aprendan, a la fuerza, lo que significa quedar en el último lugar de las prioridades presupuestales federales.



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