
La Paz (California) — Antes de que fuera eliminado, el Fondo Nacional para Desastres Naturales (FONDEN) representaba para Baja California Sur una herramienta invaluable que permitía responder con eficacia, rapidez y humanidad ante las tragedias provocadas por huracanes, tormentas y lluvias torrenciales. En esta tierra donde cada año la naturaleza pone a prueba la resiliencia de su gente, el FONDEN fue sinónimo de acción inmediata, reconstrucción y esperanza.
Cuando el huracán Odile devastó Los Cabos y La Paz en 2014, el país entero fue testigo de cómo el Estado mexicano, bajo la administración del presidente Enrique Peña Nieto, reaccionó con prontitud. Los recursos del FONDEN llegaron sin trabas burocráticas: se rehabilitaron calles, se levantaron escuelas, se restableció el servicio eléctrico y se pagaron programas de empleo temporal para que los mismos vecinos participaran en la limpieza y reconstrucción de sus colonias.
El resultado fue tangible: una recuperación ejemplar, donde cada peso invertido se tradujo en acción, y cada acción en dignidad para las familias afectadas.
“Baja California Sur fue testigo de cómo el PRI actuaba como gobierno ante estas situaciones —recordó Roxana Higuera Espinoza, Presidenta del PRI en Baja California Sur—.
Nosotros atestiguamos de primera mano cómo el presidente Peña Nieto hizo presencia en nuestro estado y se abocó a la resolución de los problemas causados por el huracán Odile, mediante la aplicación del FONDEN, especialmente en infraestructura relacionada con el servicio de energía eléctrica, que se recuperó gracias al gran trabajo de cientos de personas y a los recursos disponibles destinados a este tipo de causas”.
Ese espíritu solidario y de eficiencia contrasta profundamente con la realidad actual. Hoy, ya no hay FONDEN. El gobierno de Morena lo eliminó, llevándose consigo los fondos que garantizaban una respuesta inmediata ante desastres naturales. Lo que antes era rapidez y organización, hoy es lentitud y desamparo. Miles de familias en distintos estados del país —como Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro— sufren los estragos de las tormentas Raymond y Priscilla sin apoyo inmediato, mientras las autoridades locales y federales se pierden entre excusas y trámites interminables.
“Es trágico y lamentable —expresó Higuera Espinoza— que en esos estados se hayan perdido vidas a causa de las inundaciones, y que los gobiernos estatales hayan actuado con negligencia antes, durante y después del impacto de los fenómenos”. La dirigente priista subrayó que, ante la desaparición del FONDEN, México perdió su capacidad institucional de respuesta. “No tienen capacidad económica, técnica ni humana para gobernar”, afirmó, al tiempo que recordó que el PRI propuso en el Congreso del Estado la creación de un Fondo Estatal para la Atención de Emergencias y Desastres Naturales, para al menos proteger a los sudcalifornianos a nivel local.
La geografía de Baja California Sur, hermosa pero expuesta al asedio constante de huracanes y ciclones, exige gobiernos que sepan prevenir, reaccionar y reconstruir con sensibilidad humana. Esa prevención —advierte Higuera— debe inculcarse desde temprana edad, pero acompañada de un Estado que actúe con prontitud y eficacia.
Hoy más que nunca, el país necesita rescatar el modelo que sí funcionaba. El FONDEN no era un lujo, sino una garantía de solidaridad institucional. Su eliminación fue un golpe a la capacidad del Estado para proteger vidas y patrimonio.
Por eso, desde Baja California Sur, debe alzarse la voz para exigir su regreso inmediato.
Porque mientras los huracanes seguirán llegando, lo que no puede volver a faltar es la voluntad política para responder.
El FONDEN fue más que un fondo: fue la mano extendida del Estado mexicano cuando la tragedia golpeaba la puerta. Hoy, esa mano ya no está, y el país lo resiente.
Descubre más desde Colectivo Pericú
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.