
En un movimiento que más que sorprender, parece confirmar una tendencia, el excandidato del PAN y PRI a la Alcaldía de Los Cabos, Dr. Ernesto Ibarra Montoya, anunció hoy su afiliación a Morena. La decisión, lejos de ser vista como un acto de adhesión ideológica, es interpretada por las bases del partido como la pieza de un cálculo electoral que privilegia a figuras externas sobre los militantes históricos.
La incorporación de Ibarra Montoya fortalece medianamente el equipo de la alcaldesa de La Paz, Milena Quiroga, en su ruta hacia la gubernatura de 2027, que le hace falta presencia en Los Cabos que concentra el mayor número de votantes. Sin embargo, este fortalecimiento tiene un costo político claro: el desplazamiento de figuras de la izquierda tradicional que han cimentado el proyecto desde sus inicios. El caso más emblemático es el del Dr. Alejandro Rojas Tirado, hasta ahora vocero de la propia alcaldesa en Los Cabos y de la campaña de Claudia Sheinbaum en el estado, quien parece ser la primera baja en este nuevo reacomodo.
El itinerario político de un nómada
La trayectoria partidista de Ibarra Montoya plantea una pregunta incómoda sobre la identidad de Morena: ¿Se está convirtiendo en el último destino para una clase política sin raíces ideológicas? Su hoja de servicios incluye el paso por el PRD, el PT, el Partido Verde, Fuerza por México, el PAN y el PRI. Este recorrido por casi todo el espectro político nacional no habla de una evolución de pensamiento, sino de una adaptabilidad pragmática que ahora encuentra un nuevo puerto en el partido en el poder.
La pregunta que resuena en las bases
Entre los fundadores y la militancia de base de Morena, la noticia no ha sido recibida con alegría, sino con escepticismo y una profunda reflexión. La pregunta que circula en corrillos y redes sociales es contundente: ¿Qué está pasando en Morena?
La constante llegada de exmilitantes del PRI y PAN para ocupar espacios clave y proyectarse como candidatos genera un malestar sordo que cuestiona el principio de la «cuarta transformación».
La promesa de un espacio en la boleta para la alcaldía de Los Cabos, condicionado al triunfo de Milena Quiroga, parece ser el motor tras esta nueva afiliación. Este trato, tácito o explícito, expone la lógica de una maquinaria electoral que, en su avance, parece dispuesta a sacrificar a sus propios soldados para reclutar a los capitanes del bando contrario.
El mensaje que se envía es claro: la lealtad y la trayectoria dentro del movimiento pueden quedar subordinadas a una conveniencia táctica de corto plazo. Este hecho marca un tono crítico para el inicio de la contienda rumbo al 2027 en Baja California Sur, donde la lucha no solo será entre partidos, sino dentro del propio Morena, por la definición de su alma y su futuro.
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