
La Paz (California) – En un intento por canalizar la avalancha de turistas que buscan la selfi perfecta, el Consejo Asesor Ciudadano de la emblemática Balandra ha optado por una solución contemporánea: instalar un nuevo ícono fotográfico. Se trata de unas letras monumentales con el nombre de la playa, que serán colocadas en la zona de estacionamiento para ofrecer un «punto de encuentro» alternativo al famoso Hongo.
La iniciativa, presentada como un logro tras más de un año de gestión, busca, según el Consejo, reducir la presión humana sobre el frágil ecosistema del Hongo original. El argumento oficial es noble: brindar accesibilidad a personas con movilidad reducida, adultos mayores y niños que no pueden realizar el recorrido hasta la formación natural. Sin embargo, la medida no deja de ser sintomática de una paradoja del turismo moderno: la necesidad de crear réplicas accesibles para preservar la autenticidad de un lugar, al mismo tiempo que se lo promociona masivamente.
La estrategia es clara: darle al visitante lo que quiere (una foto para redes sociales) pero en un lugar de menor impacto. Es una apuesta por dirigir el flujo, una contención elegante para un fenómeno que muchas veces parece incontrolable. El éxito de esta medida no se medirá solo por la cantidad de fotografías que se tomen frente a las nuevas letras, sino por si realmente se logra el objetivo último: que la que es considerada «la playa más bonita de México» deje de ser víctima de su propio éxito y pueda conservar la magia natural que la hizo famosa. El tiempo dirá si el nuevo ‘Hongo’ de concreto logra salvar al original de piedra.
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