¡Exige al gobierno Estatal y Federal!


Loreto (California) — La paz que caracteriza al pintoresco pueblo mágico de Loreto fue quebrada de manera brutal durante la madrugada del domingo, por unos hechos de violencia que la propia alcaldesa, Milena Paz Ochoa, calificó como «momentos muy difíciles, nunca antes vistos».

Ante una comunidad consternada, la presidenta municipal emitió un contundente mensaje donde, en un inusual gesto político, aceptó su responsabilidad como autoridad, pero al mismo tiempo exigió acciones concretas y urgentes a los gobiernos estatal y federal.

El homicidio que ocurrió de dos conocidos jóvenes loretanos, enlutó a dos familias profundamente arraigadas en la comunidad: los Barrón Mireles y los Arias García.

La alcaldesa, con un tono que reflejaba el dolor de toda una población, dirigió sus más sentidas condolencias a estas familias, deseándoles fortaleza y resignación ante la pérdida de sus hijos y hermanos.

Un Llamado a la Corresponsabilidad en Seguridad

Más allá del pésame, el núcleo del mensaje de Paz Ochoa fue un llamado directo y sin ambages a la corresponsabilidad. Si bien ratificó su compromiso de seguir trabajando por la paz y el bienestar de los loretanos, fue enfática en señalar que la solución trasciende las capacidades de un gobierno municipal.

«Para poder trabajar, es necesario aceptar las condiciones en las que se vive hoy», declaró la edil, en lo que parece ser un reconocimiento tácito de la complejidad del desafío en materia de seguridad pública. Su exigencia fue clara y dirigida a las esferas superiores de gobierno: se demanda «mano dura», un refuerzo inmediato de la seguridad y un trabajo coordinado para devolver la paz a las calles de Loreto.

Editorial: Un Grito de Auxilio Municipalista

El mensaje de la alcaldesa Paz Ochoa trasciende el comunicado de rutina. Es la encarnación de la frustración y la impotencia que viven cientos de alcaldes en México ante un problema —la inseguridad— que los desborda por su naturaleza nacional y que, sin embargo, ellos enfrentan en primera línea con herramientas limitadas.

Su doble movimiento —aceptar la responsabilidad local pero exigirla con mayor fuerza a quienes tienen los mandos de la policía estatal y las fuerzas federales— es un reflejo de una realidad incontrovertible: la seguridad es una tarea de todos los niveles de gobierno, pero son los municipios, el orden de gobierno más cercano a la gente, quienes cargan con el costo político y social del fracaso.

La comunidad de Loreto, conocida por su tranquilidad y vocación turística, observa hoy con horror cómo la violencia irrumpe en su idilio.

La demanda de la alcaldesa es el grito de auxilio de un municipio que se niega a normalizar la violencia y exige, con urgencia, que las autoridades con mayor poder de fuego institucional acudan a cumplir con su parte. El tiempo dirá si su llamado es escuchado o se pierde en el vacío de la inacción.


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