¡Una vergüenza Sergio Polanco y el Tano Pérez!


Reflexión: El peso de las palabras en un país que clama por el fin de la violencia de género

Un incidente que revela cuán normalizadas siguen estando las expresiones misóginas, incluso en espacios de poder

El diputado morenista Sergio Polanco Salaices protagonizó este fin de semana uno de esos episodios que deberían avergonzar a cualquier sistema político: durante la promoción de un torneo de pesca para recaudar fondos para un refugio de mujeres víctimas de violencia, soltó, entre risas: «Por algo las han de agredir, a lo mejor son medio gritonas».

La escena —captada en video y viralizada— muestra a los también diputados Sergio Guluarte Ceseña y Venustiano Pérez Sánchez riendo cómplices. El contexto lo vuelve más grotesco: el evento buscaba compensar el recorte federal a refugios para mujeres, esos mismos espacios que acogen a quienes han sufrido precisamente el tipo de violencia que el «chistorete» del diputado trivializa.

Disculpas tardías y una pregunta incómoda

Polanco emitió después un video aspirando a un perdón («reconozco que fue un error»), mientras sus colegas —hasta el cierre de esta nota— guardan un silencio elocuente. La diputada Karina Olivas (PT), aunque condenó los dichos, destacó que al menos hubo retractación.

Pero aquí lo preocupante va más allá del diputado que suelta un comentario sexista: es la naturalización de la misoginia en espacios de decisión. Que tres legisladores rían ante la asociación «mujer gritona = merecedora de agresión» revela cuánto camino falta.

El dato que duele

México registra 10 feminicidios diarios (según ONU Mujeres). Frases como las de Polanco, aunque luego se retracten, refuerzan la cultura que justifica la violencia. ¿Cómo confiar en que legisladores que bromean así diseñarán políticas públicas efectivas contra el feminicidio?

Para reflexionar:

  • Las palabras en espacios de poder normalizan violencias.
  • Una disculpa no borra el mensaje enviado: que cierta violencia «tiene motivo».
  • La risa de los otros diputados fue tan grave como el comentario: muestra complicidad.

Mientras el país exige frenar la violencia de género, episodios como este recuerdan que el problema también está en quienes, entre risas, reproducen los mitos que la alimentan.


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