En Corto


EL EMBAJADOR DE LA CIA

Por Carlos González Muñoz

El anterior lucía un sombrero. El nuevo trae puesto un casco y chaleco anti balas.

Ronald Johnson, el personaje enviado por Donald Trump a México como representante de su gobierno, es un mensaje viviente que anuncia el futuro que le espera en el corto plazo a nuestra nación: Mayor y aún más cínica injerencia en los asuntos internos del país; escalada de la violencia criminal en calles y ciudades; tráfico de armas interminable, desestabilización y caos en algunos municipios, noticias falsas y manipulación de la información por doquier, redes sociales contaminadas de mentiras, odio, discriminación y clasismo, etcétera.

La designación de un ex agente de la CIA como embajador de los EU en nuestro país, es reveladora del desprecio que tiene el presidente de los EU a su vecino del sur y principal socio comercial, porque es un secreto a voces que Trump está peleado a muerte con la diplomacia, con la academia, ciencias y universidades; su aversión a las artes, la educación y la cultura, pero aún así podría por lo menos haber escogido a una cantante carismática o a una deportista famosa, a un ex astronauta, pero en lugar de eso nos envió a un coronel retirado del ejército, ex oficial de la Agencia Central de Inteligencia y ex miembro de sus Fuerzas Especiales.

El mensajero es el mensaje.

La designación de un personaje entrenado en el espionaje, en el combate y exterminio de los pueblos y comunidades rebeldes, forma parte de una estrategia cuyo objetivo es claro: Convertir a la embajada yanqui, su embajador, oficinas administrativas, infraestructura, personal diplomático y sus recursos financieros, en el centro de operaciones desde el cual el imperio coordine sus planes desestabilizadores, colonialistas.

Estamos ante un acontecimiento grave que no puede pasar desapercibido o minimizado por quienes nos identificamos con la defensa de la soberanía y con el proyecto de nación que encabeza Claudia Sheinbaum Pardo, porque este nombramiento es el arranque de una operación desestabilizadora de gran alcance, extensa, profunda y permanente encaminada a impedir que en México se consolide y triunfe un régimen político y económico diferente al capitalismo salvaje que impera en el resto del hemisferio, destruir el denominado Humanismo Mexicano.

Apenas el lunes 19 de mayo será oficialmente el nuevo embajador de los EU en México, una vez que presente sus cartas credenciales a la Presidenta de México, pero Johnson ya comenzó sus operaciones desastabilizadoras acudiendo a una cena privada que organizó en CDMX el actor Eduardo Verástegui, activista anticomunista que hace unos meses acusó de cobardes a los militantes de Acción Nacional, frustrado fanático de Pro Vida que fracasó en su intento de formar un nuevo partido de derecha y que presume su amistad con Donald Trump, Bukele y demás sátrapas.

Johnson viene a combatir a la izquierda mexicana y apoyar a los conservadores de la derecha porque estos últimos están actualmente en el suelo, abatidos, derrotados, y necesitan con urgencia de organizaciones y líderes con un nuevo rostro porque la derecha mexicana tradicional, esa que recientemente se alió con el PRI, fracasó en su intento de imponer a Xóchitl Gálvez en la silla presidencial.

El enviado de Trump viene para apoyar directa y personalmente a los Verástegui, asesorar y dotarles de recursos de todo tipo para que consigan sus objetivos y surja una nueva derecha aún más radical, más extremista y que sustituya al desprestigiado panismo. Johnson viene a darle respiración de boca a boca a la derecha mexicana, a revivirla.

El nuevo embajador viene a hacer lo que sabe hacer muy bien: Organizar operaciones encubiertas que provoquen caos, miedo, división.

En otras palabras, se trata de un personaje entrenado por las agencias de espionaje estadounidenses para alcanzar los objetivos que Claudio X González y socios nunca pudieron lograr: organizar a la desvencijada oposición de derecha mexicana, alinearla con los republicanos de Trump, los Vox en España y los Milei de Argentina, y por supuesto sentar a los conservadores mexicanos en Palacio Nacional.

En La Jornada puede leerse: “Apenas es su segundo día en territorio mexicano y antes de presentar sus cartas a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, Ronald Johnson, participó el viernes 17 de mayo en una cena privada organizada por el activista de ultraderecha Eduardo Verástegui, a quien llamó su hermano durante el encuentro. La reunión fue difundida por el propio Verástegui en sus redes sociales, compartido por cuentas afines a grupos de derecha”.

El lobo anda suelto.


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