
EL NEOLIBERALISMO SIGUE COMIÉNDOSE A BCS
Por Carlos González Muñoz
Hoy es el oasis de Todos Santos. ¿Mañana que se va a rematar?
La pretendida y casi consumada privatización del oasis de Todos Santos a favor del empresario Ernesto Coppel, apoyada públicamente por el gobernador del estado y la alcaldesa de La Paz, ha dividido a la sociedad local entre aquellos que apoyan esta operación de compra venta porque va a crear empleos, y quienes se oponen a que la concesión de los bienes públicos a inversionistas nacionales y extranjeros, como es el caso del oasis todosanteño, siga siendo el principal motor del crecimiento económico.
Todos Santos está hoy en el centro de atención de la opinión pública no sólo local sino incluso internacional, porque se trata de un Pueblo Mágico de gran tradición, historia y cultura, cuya población está orgullosa y consciente de vivir en uno de los sitios más bellos y privilegiado de toda la península, siendo el humedal, el palmar, la fauna y vegetación del sitio, el paisaje, un tesoro invaluable, auténtico regalo de la madre naturaleza que la colectividad está a punto de perder a cambio de unas cuantas canicas de colores, oro puro a cambio de monedas de cobre.
La anunciada privatización del oasis de Todos Santos ha revelado con crudeza una verdad que el discurso oficial ha minimizado o incluso ocultado: A ras de tierra, en los estados y municipios, más allá de la Mañanera del Pueblo, lejos de la mirada escrutadora y justiciera de la Presidenta de México, el capitalismo salvaje sigue reproduciéndose a diario a lo largo y ancho de la nación, y miente quien afirme que es cosa del pasado porque este modelo de crecimiento económico basado en la sobreexplotación de la naturaleza y en la destrucción de las sociedades humanas es un sistema global que sigue vivito y coleando, haciendo de las suyas en todos los rincones del planeta.
A siete años de gobiernos federales emanados de Morena, cuyo objetivo es echar abajo las políticas públicas neoliberales y reparar los daños que nos heredaron los gobiernos del PRI y PAN, querer sustituirlo por otro modelo económico menos agresivo, a pesar de las reformas a la Constitución que han hecho los gobiernos de AMLO y de Claudia Sheinbaum para desmantelar el neoliberalismo heredado, aún así continúa predominando el despojo y saqueo de los recursos naturales de la nación, siguen campeando la avaricia, el lucro, la ganancia, sobre los derechos colectivos: El poder económico sigue imponiendo su dominio sobre el poder político, la hegemonía del capital privado no ha desaparecido porque las minorías, la elite, siguen imponiendo su voluntad, sus intereses de clase.
En Baja California Sur la concesión a particulares de las más bellas playas, de los mejores paisajes y ahora el oasis todosanteño, son un ejemplo lastimoso de que a partir de los años ochenta del Siglo XX, pero de manera acelerada a partir de las reformas de Carlos Salinas de Gortari que abrieron el ejido al mercado, el neoliberalismo se come a la entidad a grandes bocados, excluyendo a las poblaciones de sus territorios originales, dividiendo a la sociedad y creando conflictos donde no existían, rompiendo el tejido social y exponiendo a que en Baja California Sur se sigan extendiendo y profundizando la pobreza, la desigualdad social, la discriminación, el racismo, la pérdida de soberanía sobre los predios costeros, la violencia, etcétera.
A quienes se oponen a la privatización del oasis, como ayer lo hicieron con quienes exigen la reapertura del camino costero San José Cabo Pulmo, se les acusa de estar en contra del desarrollo y que sus protestas y manifestaciones callejeras espantan las inversiones.
Tienen razón, la comunidad consciente de Los Cabos y de Todos Santos, está en contra de un sistema económico que le nombra “desarrollo” y “crecimiento” al predominio del lucro, está en contra de que la avaricia del capital privado se imponga sobre el derecho de la población local al disfrute de sus playas y humedales, jóvenes, mujeres y hombres que se oponen a perder la propiedad colectiva de sus oasis y humedales, de sus playas, del paisaje, del futuro.
En Baja California Sur se respeta la propiedad privada, la economía de mercado, y son bienvenidos los inversionistas nacionales y extranjeros.
No así los depredadores de la naturaleza y oportunistas que disfrazados de ambientalistas de ocasión, vienen a apoderarse de los bienes públicos y convertir a mujeres y hombres libres en esclavos modernos, en asalariados a su servicio.
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