
¡EU NECESITA SANGRE!
Por Carlos González Muñoz
Joe Biden, el presidente de EU, confesó ante sus electores del partido demócrata, el día de ayer, que la industria militar es el motor principal que mueve la economía de ese país y que enviar armas, misiles, municiones y explosivos a otros países, como es el caso actual de Israel en su invasión a Palestina, dijo, es necesario porque ayuda a los negocios “y mantiene empleos bien remunerados”. ¡Qué descaro!
El cinismo del presidente de EU, quien busca la reelección, no tiene límite cuando acepta públicamente que provocar el sufrimiento y muerte de millones de seres humanos, es condición indispensable para el sostén de su sistema económico y político: asesinar para crecer. ¡Vaya fórmula!
Biden y su impúdica confesión nos recuerda a los invasores europeos cuando al arribar a América, con desparpajo aceptaron estar “enfermos” de avaricia y que la única medicina capaz de sanarlos era el oro.
Igualmente, Estados Unidos reconoce que necesita febrilmente la sangre de los pueblos de naciones ajenas para sobrevivir y continuar imponiendo su voluntad imperial.
Niños, mujeres, ancianos y hombres reducidos a ser carne de cañón por decisión de un puñado de fabricantes de armas y de políticos que han entregado por entero su alma a la industria de la destrucción y del sufrimiento.
¿Cuál sería la reacción de Joe Biden al leer el siguiente relato, desde la asediada Gaza, del médico británico Tom Potoker, ? ¿cambiarían acaso los generales y los políticos de aquél país, su visión acerca de la guerra? ¿les conmovería?
Se trata de un texto publicado por el diario inglés The Independent, reproducido en México por La Jornada el día de hoy, que recoge los comentarios de este galeno al servicio de la Cruz Roja Internacional, quien trabaja en el Hospital Europeo en la ciudad de Jan Yunin, en el sur de Gaza:
(Incluyo la siguiente recomendación del diario a sus lectores: “Esta nota contiene detalles perturbadores acerca de personas heridas”):
“Un niño pequeño que llama a gritos a su mamá sin saber que está muerta y que grita porque los médicos no tienen suficientes analgésicos para aliviar su sufrimiento. Un niño de ocho años cuyo cerebro está expuesto porque una bomba le daño parte del cráneo. Una adolescente a la que le extrajeron quirúrgicamente un ojo porque todos los huesos de su cara están rotos. Un niño de tres años con amputación doble, cuyos miembros cercenados están en una caja a su lado. Y en el fondo, el tufo de carne podrida y gusanos que salen de las heridas no tratadas”.
¿Merry Christmas mister Biden?
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