El excusado y la naranja

Antonio Ceja

La detención de Mancell Paul Reyes De La Toba, un joven idealista que basa la globalización en un complot sionista y la pandemia del coronavirus a las grandes empresas farmacéuticas, ha dividido a la sociedad quienes, por un lado, creen que el joven fue objeto de la represión por manifestar sus ideas y otros, la mayoría, consideran que fue una acción justa por la desinformación que ha generado entre la sociedad tratando de probar una teoría a todas luces absurda como los es la falsedad del mismo coronavirus.

Es entendible que, a estas alturas de la pandemia, el confinamiento esté causando malestar, saturación, congoja, desesperación y muchos problemas sociales pero de eso a que la sociedad empiece a creerle a una persona –y vaya que hay muchas- que por el solo hecho de aventarse la puntada de entrar a un hospital y “demostrar” que no existe ninguna saturación por pacientes afectados por el covid-19, es simplemente una locura porque se estaría llamando a una rebelión social de pronósticos reservados para la salud en el estado.

Hemos visto, hasta el cansancio, decenas de noticias donde el covid-19 no parece ser tomado en cuenta por muchas personas, empezando por el mismo presidente López Obrador quien, desde un principio, desestimó la gravedad del asunto y hora no sabe cómo paliar esta crisis de salud. Ese mal ejemplo, sin duda, fue retomado por Reyes de la Toba y, apelando al espíritu rebelde de todo joven de sentirse invencible y, con teléfono en mano, “comprobó”, según él, que el covid-19 es solo una farsa de los gobiernos y las farmacéuticas para dominar al mundo en conjunto con los consorcios de la telecomunicación y sus antenas con tecnología 5G.

Llamar a la desobediencia civil como lo hizo el ahora detenido, en una sociedad desinformada, es peligroso. La puntada de esgrimir, sin prueba alguna salvo la de comerse una naranja luego de tallarla en la taza de un sanitario del hospital Salvatierra –algo que solo haría un desequilibrado mental- habla de la descomposición social donde la ignorancia y la flojera informativa se unen para crear a sujetos que, pensando que hacen lo correcto, destruyen la verdad y se auto elevan a la calidad de mártir porque, aunque suene extraño, este tipo de personas tienen adeptos en todos lados y son los mismos que, basados en la misma ignorancia, critican a las autoridades policiacas como entes de represión contra el hoy detenido. Lo cierto es que lo único que provocó fue desinformación y psicosis que, sumados al confinamiento social, podrían resultar de fatales consecuencias.

Baja California Sur no necesita mártires que, disfrazados de falsos mesías, tratan, sin probar, una serie de situaciones tan acrónicas y obsoletas que solo las mentes débiles y la ignorancia pueden convertir en realidad. Lo que todos queremos es que la pandemia pase rápido, que deje los menos daños posibles y, lo más importante, lograrlo significa sacrificar muchas cosas más allá de meterse a restregar una fruta en el excusado de un hospital para “probar” que todo el mundo vive en un error de salud cuando la naturaleza nos está dando un verdadero escarmiento con esta prueba de fuego donde muchos ya no viven para contarlo.

Hay que tener cuidado porque con la salud no se juega.