Por Víctor Octavio García

¿Y el PRI?

Lo que ha pasado en el PRI es una negra y desgarradora advertencia que puede ocurrir en cualquier político sino no controlan las ambiciones personales y no se supeditan a las causas más sentidas de la sociedad; el PRI para efectos prácticos –en el caso de BCS– no existe: el 4% o 5% que trae de empoderamiento no les da ni siquiera para una plurinominal, y lo peor que aun no teniendo nada siguen divididos y agarrados de las greñas; es muy probable que ese 4% o 5% de empoderamiento que traen solo les sirva para terminar de desfondarse.

Hace dos días recibí la visita de un cuadro priísta que me reclamó del porqué promuevo a Ricardo Barroso, no tengo porque darle explicaciones y menos a él, lo promuevo porque es mi amigo y punto. Claro a él ya le incomodó que Barroso se promueva más allá de sus posibilidades como un acto de mera sobrevivencia política, si Barroso sigue sacando la cabeza los mismos priístas se le irán como “perros a bofes”, está claro que él no tiene nada que hacer en el PRI donde dos veces lo hicieron perder los mismos traidores que tienen secuestrada la franquicia del partido en el estado.

En 2014, antes de su última campaña por la gubernatura le insistí mucho que se saliera del PRI y buscara un espacio en Morena, y subestimó mi sugerencia, se quedó en el PRI y terminó su periodo de senador en medio de una borrasca de agrios recuerdos; Rubén Muñoz “peló gallo” dos años después y ahí lo tienen de alcalde de La Paz, con fuertes posibilidades de amarrar la candidatura de Morena a la gubernatura del estado.

En el PRI no se puede construir nada, el partido se sigue manejando a la vieja usanza del Chucho Castro, del sobre lacrado, del que se mueve no sale en la foto y de la obediencia ciega al presidente; nadie como Enrique Peña Nieto les ha causado tanto daño y nadie como Esthela Ponce e Isaías González Cuevas han provocado tanta desunión, vergüenza y deshonor y ahí los tienen, incapaces de “botarlos” del partido, mucho menos sacarlos a patadas; priístas que jamás dan la lucha, que nunca se enfrentan con sus adversarios, que siempre callan sus torpezas ¡ah pero eso sí! buenos para hacerse tiras entre ellos.

Ricardo Barroso es el único que aún conserva cierto capital político, de ahí en fuera nadie vale una misa, ¡ah pero incomoda!, e incomoda a más de cuatro como el simulador con el que platique hace dos días; no reveló su nombre por pena ajena, en fin alguien debe tener vergüenza; así son los priístas, incapaces de leer el momento, de trabajar en equipo y tomar decisiones; milité muchos años en el PRI y lo hice con orgullo y mucho garbo, no tengo nada de qué avergonzarme; colaboré con Leonel Cota Montaño en el IEPES municipal, en la presidencia de Jorge Alvares Gámez, con Toño Wilson y con Héctor Palacios con los que aprendí a ser un militante comprometido y entregado, después que salió Alvares Gámez de la presidencia del partido busque un espacio en el partido y me cerraron las puertas, en el último y rudo intento que hice me mandaron como vocero de la VIII legislatura.

Hoy el PRI está peor, con una dirigencia nacional desfondada, sin autoridad moral ni política, totalmente inmóvil y paralizado, y en lo local en manos de un gánster que ha hecho de la presión y la extorsión política su modus operandi, su proyecto de vida. Así como pues.

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