* «Los piratas vienen de lejos», novela de Keith Ross
Por Domingo Valentín CASTRO BURGOIN
Agradezco la gentil invitación que nuestro joven y buen amigo Sandino Gámez, Coordinador de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura me hiciera para la presentación de esta novela, que se antoja interesante, enigmática y regionalista, en la que seguramente muchos sudcalifornianos que procedemos de las más añejas familias nos sentiremos identificados.
No puedo dejar pasar la oportunidad de mencionar y reconocer a mi amigo Eleazar Gámez Razcón, padre de Sandino, luchador social, activo defensor de la sudcalifornidad, quien no obstante no haber nacido aquí, como muchos, se impregnó de nuestros anhelos y mantiene su participación en espacios de la intelectualidad local, lo que ha sido, aparte de la empatía, nuestro punto de identificación más allá de las diferencias.
Dice la invitación, en clara referencia a lo que se puede encontrar en el libro de Keith Ross: «No hay piratas ni mar en esta novela, pero sí una pregunta: ¿qué mueve a un hombre a establecerse en una tierra que no es la suya, a miles de kilómetros de los que ama? Esta historia retrata las vidas de dos hombres que deciden realizar un viaje que les podrá cambiar el rumbo para siempre. «De este punto a este otro, lo vamos a sentar y usted va a estar tranquilo, paciente, y nosotros le avisamos cuándo puede tomar su equipaje como si fuera su propia vida para que se la lleve por ahí agarrada de la mano. Yo tomé a la mía y me bajé lo más rápido que pude del tren sin tener la precaución de ponerme antes el abrigo».
Yo no puedo afirmar que el amor a la tierra debe cultivarse solamente para que sea tal, para que germine como la Siempre Viva, porque puede ser un sentimiento innato, una transmisión genética, una característica hereditaria, un sentimiento aprendido, o todo junto amalgamado con las vivencias de nuestros padres, abuelos, familiares, que compartimos juntos un espacio común, una familia horizontal, ampliada, a contrario sensu de las modas o los preceptos que se imponen o pretenden imponer virtud a los designios proto-totalitarios de una demografía distorsionada por la ecuación producción-consumo-recursos naturales-población, convertida en política pública que deviene de ultramar o de los organismos financieros internacionales que estereotipan a la familia mínima nuclear, como la mejor y la imponen por distintos medios.
Los troncos familiares de cientos, miles, de sudcalifornianos se forjaron con la mezcla de extranjeros que se naturalizaron a principios de los siglos dieciocho y diecinueve, y que por diversas circunstancias se quedaron a vivir aquí, principalmente en los pueblos costeros y rancherías aledañas. Los apellidos castellanizados de estas familias cuentan esa historia, aderezada por las tradiciones orales que se transmiten de generación en generación, no obstante la escasez de documentos, fotografías y otros vestigios que aún se conservan, muchos de ellos rescatados y conservados en el Archivo Histórico «Profr. Pablo L. Martínez Márquez», institución que debe ser replicada en los municipios del Estado para secundar estas labores de rescate, preservación, identidad y cultura, de nuestros pueblos.
La mayoría de los apellidos que nos hablan de esta conformación demográfica, fundamentalmente de origen europeo, y de los que la muestra más exhaustiva de preservación, recopilación y sistematización la encontramos en la Guía Familiar de Baja California 1700-1900 , precisamente de Don Pablo L. Martínez, pueden tener una referencia de ultramar, como la que inspiró a Keith Ross en su novela, que estoy pendiente de leer.
Su sugestivo título, personalmente, me produjo dos correlaciones mentales y espirituales: «Los piratas vienen de lejos», primeramente, porque sobre mi tatarabuelo Domingo Bourgoin, se le adjudican y tejen historias de pirata que nos enorgullecen como sus descendientes a miles que llevamos su sangre y su apellido como el más antiguo antecedente, y que se casó con una nativa mestiza, pericú, Teodosia Ruiz, quizás entre los años de 1840-1850, no tenemos precisión. Se supone llegó a Cabo San Lucas, tal vez en 1830 o los años siguientes, estableciéndose luego en San José del Cabo, donde promovió su naturalización y la solicitud de dos sitios de ganado mayor, San Luis y Pindojó o Pindicó, de siete y ocho mil hectáreas de terreno de agostadero, cada uno, para cría de ganado, que le otorgó el gobierno federal, mediante títulos legalmente expedidos. Después de su muerte, la división de los predios, y hasta de su familia, devino en ventas, adjudicaciones, litigios de los que aún se guarda memoria, y que resultaron en fuertes y millonarias sumas de dólares, que beneficiaron a unos cuantos, pero esto es otra historia. De lo que sí hay vestigios y documentos históricos, son de las promociones y juicios sobre sus bienes, y un documento que se encuentra en el Archivo Histórico donde aparece su nombre y su firma como integrante del ayuntamiento de San José del Cabo, que data de 1837, cuando los cargos edilicios eran honorarios. Asimismo, la relación de sus bienes y la referencia a que fue soldado marino francés aparece, junto a diversos propietarios en el libro Historia de la Colonización de Baja California y el decreto del 10 de marzo de 1857 de Ulises Urbano Lassépas, a lo cual efectivamente le debemos dar todo el crédito y la veracidad de la afirmación, ya que el autor fue abogado, juez y funcionario público que aquí vivió, y al que los antiguos propietarios de predios acudieron en defensa de sus intereses afectados por un decreto emitido por el presidente Ignacio Comonfort.
En segundo lugar, porque se asemeja al verso de la canción, que es el himno de La Paz: «Y las gaviotas vienen de lejos…….» Ciertamente las gaviotas tienen un proceso de migración, como muchas aves, pero los sudcalifornianos sabemos que la migración y asentamiento de personas que ya tienen hijos sudcalifornianos en dos, tres o más generaciones, ha sido generalmente positivo para la comunidad que en un largo proceso ha registrado un notable crecimiento económico y demográfico mediante el fortalecimiento de las actividades turísticas, agropecuarias y mineras lo que ha permitido aumentar la población con connacionales y extranjeros, generando un proceso cultural sui generis en La Paz, pero sobre todo en Los Cabos, y lo que está sucediendo paulatinamente en Loreto, nada que no se haya observado en los polos de desarrollo turístico orientados al turismo extranjero, sin demérito de los problemas que este crecimiento conlleva.
Con los comentarios de Edith Villavicencio y de Rubén Rivera Calderón, la obra literaria, y el evento de presentación se anticipa interesante, y desde luego la felicitación de nuestra parte a la autora, a la institución editora, a los padrinos presentadores de la misma y a todos los organizadores y a quienes están haciendo posible que nuevos libros, nuevas ediciones, nuevos trabajos de corte literario, de investigación y de talante intelectual, sigan sumándose al acervo cultural de Baja California Sur. ¡Enhorabuena!
# Sus comentarios y sugerencias las recibo en mis correo: civitascalifornio@gmail.com; y valentincastro58@hotmail.com
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SIEMPRE LEO TUS ARTICULOS, SON MUY INTERESANTES, FELICIDADES
Muchas Gracias estimado vengador, por tu opinión, que es un aliciente. Saludos y a la orden. Valentín Castro
Yo si me quito el sombrero ante jóvenes que promueven la cultura, muchas felicidades a KEYTH ROOS y a todos los que como tu, tienen sueños y saben sembrar en la comunidad parte de ellos!…
Muchas Gracias «YO». No dejo de soñar y de pensar que podemos ser mejores cada día y fortalecer nuestra tierra, idiosincracia y cultura. Saludos. Valentín Castro Burgoin
debemos de hacer un club de puros sudcalifornianos, no admitir a ningun forareneo…minimo que los abuelos de unos sean sudcalforniano….por que hay cada pinchi chuntaro tagualilas que se pasan, asi nos podriamos ayudar uno con otros de diversas maneras
Siempre veo comentarios cuando se trata sobre algo escandaloso, que curioso como esto es cultura nadie comenta…
Daniela: Esto es de sumar constantemente, insistir sobre estos temas. Gracias por ser lectora. Saludos.