El ciudadano

Justamente, en la mañana del 16 de septiembre el “ciudadano“, se levantó; revisó sus redes sociales, sin mayor sorpresa y decidió finalmente que luego de haber seguido la Ceremonia del Grito de Independencia por el canal local en la noche, iría a presenciar el Desfile Cívico Militar.

El Desfile transcurrió sin ninguna novedad, salvo el calor que hizo casi insoportable observar el paso de los contingentes.

En el camino, con las calles vacías y con el sol en el cenit, el “ciudadano” comenzó a  cuestionarse, ¿Qué celebramos? ¿Hay algo qué celebrar? ¿Independencia?, ¿de quien?.

Se le plantaron en la cabeza cada una de las preguntas, como impactos de bala, de un revolver, acomodándose en la recamara, para estrellarse en su boca. Se dio cuenta que no tenía respuesta a ninguna, a la única conclusión que llegó es que tampoco sabia a quien dirigirlas en ese momento. Siguió caminando y decidió regresar.

Al estar esperando el pesero, custodiado por un “muppi” de esos que promueven la “Familia Natural”, se quedó pensativo, recordó los rostros de los cientos de niños que vio durante el desfile.

¿Ellos sabrán por que desfilaron? ¿sabrán lo que es una familia natural?  ¿viven con su padre ó con su madre? ¿por qué desfilaron los elementos de seguridad? ¿cuál de todos no es confiable? ¿en realidad a los niños les importa quienes forman parte del gabinete de gobierno, si son hombres o mujeres? ¿saben cuantos ejecutados van y por qué los matan?

Algunas otras preguntas más se agolparon en la cabeza del “ciudadano”, y una gota de sudor fue retirada con una toalla, que afortunadamente llevó en el bolsillo. Sus redes inactivas, tampoco le ofrecieron una respuesta convincente, solo quejas y “selfis”, se tomó una, junto al vidrio roto del camión, también se quejaría pero más tarde.

El “ciudadano” desea responderlas; al regresar  a su casa, con una sensación de fracaso, de ansiedad, raro; siente que se va a obsesionar pero recuerda que mañana se tiene que levantar muy temprano para ir a trabajar, por lo que habrá muy poco tiempo para reflexionar otra vez. Decide ver Tv, no hay nada, se pone a preparar comida y se olvida de todo.

Este “ciudadano”, puede llevar cualquier nombre; puede ser Roberto, Celia ó Ernesto; puede tener 15, 25, 33 ó 58 años, puede ser cualquiera de nosotros, puede vivir en lugares comunes, ó ser un critico social; pero refleja parte de lo que los ciudadanos comentan hasta el momento.

Creo que hay que mucho que celebrar, por que México, no es el Gobierno, soy yo, eres tu, son mis hijos, es mi trabajo, es nuestro enojo y frustración por lo que nos sale mal. A veces nos rebasa, pero ese odio es el reflejo del amor que le tenemos a nuestro país, que siga ese reconocimiento 205 años más de ser ciudadanos, cada quien desarrolla su “ciudadanía” como puede y quiere.

Gabriel Camacho Garrido
@forceps21