Gambeta Política


Gamboa los gambeteros

Por Iván Urusquietaa

fede emilio gamboa con esthela muy contentosDel apellido les viene los gambeteros, así ocurre con los Gamboa, uno chileno, otro mexicano, cuyo talento futbolístico hace que el mismísimo CR7 se quede con los ojitos de buey al verlos ejecutar una bicicleta,  que por bien realizada casi casi sería una bicla burrona.

Y es que por su notable capacidad para fintar -clásico movimiento que realiza un habilidoso jugador para engañar a propios y extraños- los Gamboa han logrado apuntarse destacados triunfos tanto en la cancha como en la grilla.

Así, los septuagenarios que son aficionados al balompié nacional evocan hoy con grato recuerdo a Gamboa –el chileno- que a finales de los setentas hacia vibrar a la afición americanista por ser un delantero anotador que gustaba de encarar y llegar a fondo de línea con su notable velocidad.

Contemporáneo de Zelada, Tena y Batata, por mencionar algunos, Gamboa el americanista –Miguel Ángel- fue reconocido por compañeros y afición como un crack que volvía locos a los defensas con sus individualidades, pero como buen goleador también era tildado de personalista.

Cualidad que también caracteriza en la cancha partidista al Gamboa mexicano –Emilio-, que en el manejo de la bola, como en el de las candidaturas, es un regatero “comesolo”, de esos que prefiere errar un tiro que darle un pase al compañero de equipo mejor posicionado, o con mayor oportunidad de gol.

Aunque habría que reconocer que Gamboa el priísta no solo es un hombre de área, sabe crearse sus propias oportunidades para anotar, sobre todo en el sistema de juego plurinominal, donde como buen carrilero hace un recorrido permanente -de ida y vuelta- entre el Senado de la República y la Cámara Federal de Diputados, de ahí que para recuperarse del tremendo desgaste físico que esto le implica, tenga que rehidratarse con la jugosa dieta legislativa, vitaminada con bonos más chonchos que el mismo Casterns, quien es una especie de Boa Gam.

Con el régimen nutricional que Gamboa recibe cada quincena por su extenuante ejercicio parlamentario –por ahí de los 236 mil pesos mensuales-, ni quien se acordaría de acudir al gatorade, mucho menos al vida suero oral, para recuperar los electrolitos derrochados en tribuna, ya que la diarrea mental le seca el cerebelo.

Pero lo más admirable de Emilio en la cancha política es su toque fino para jugar de fantasía, como hizo en las recientes elecciones en Baja California Sur al realizar durante los primeros minutos de proselitismo aquel regate verbal de la candidatura de unidad, cuando sabía con toda precisión que el vestidor estaba reventado.

Como olvidar aquellas bicicletas discursivas de Gamboa en las que afirmaba que la juventud y el carisma bastarían al tricolor para salir triunfantes de la contienda local, cuando sabía que amplísimos sectores de la militancia sudcaliforniana estaban más preocupados por los puestos que iban a pedir, que por salir a buscar el voto ciudadano.

Anecdóticos serán los dribles retóricos que les aplicó NO a los rivales, sino a los propios simpatizantes revolucionarios, cuando a pesar de tener en su poder los números adversos afirmó que su candidato a la gubernatura ganaría y que él personalmente regresaría a su toma de protesta.

Claro que estas fintas aplicadas por Gamboa en territorio choyero fueron apenas unas maniobras de nivel cascarero, porque al más puro estilo Neymar se reserva sus mejores cabriolas para los juegos de división nacional, como aquella que recién se aventó al afirmar que no se privatizarán el IMSS, ni el ISSSTE. Al menos la afición choyera que conoce ya su desempeño en el campo, saben que cuando Emilio compromete algo, ocurre lo inversamente proporcional.

Y mientras el tío Gambo(IN) sigue pidiendo a la afición tricolor que  no le fallen en  las urnas “no me fallen muchachos” mientras el hace sus tradicionales jugadas de pantalla, los villamelones del priísmo local hoy están con los resultados de la copa gobernador más arrepentidos que el cuello de Martinolli por las críticas al piojo Herrera, a tal grado que de puro agobio se quedaron sin aire, y con la falta de oxigeno se pusieron azules de súbita convicción.


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