Por Víctor Octavio García
Untadas de mano
* ¿Y el Pilalo?
Después del escándalo provocado por la fallida concesión del alumbrado público en La Paz (caso de las luminarias), no se ha vuelto a saber del regidor Pilar Eduardo Carballo Ruiz, mejor conocido como “Pilalo”. Desde entonces, el 9º Regidor y Presidente del Partido de Renovación Sudcaliforniana, carga la brújula perdida y la rosa errática. Para nada se le menciona en la integración del próximo gobierno, no obstante que su “partido”, –el PRS– o “partido de los Carballos”, jugó el papel de bisagra para que Marcos Covarrubias pudiera alzarse con la candidatura de la alianza PAN-PRS hace cuatro años y medio, y en la elección pasada serviría de “parrayados” a fin de que la estación “Picore” desplegará sus estrategias más allá del acotado y limitado territorio albiazul. El Pilalo, mejor conocido en el argot local de la política barcina, más allá del legado que distintas expresiones políticas han dejado en la historia del estado como organizaciones un tanto en contra del poder, que cuajaron una especie de regionalismo romántico, y que pudiera haber sido lo rescatable de su partido, el “partido de los carballlos”, sus actos y su dirigentes lo han colocado en el más crudo pragmatismo por la sobrevivencia política y reparto de los dineros públicos que se lleva a cabo a través del desprestigiado Instituto Estatal Electoral; cuotas de los cuatachos que logró incluir en las diputaciones locales –el caso de su hermano Juan Domingo, orgullo de su nepotismo y clientelismo familiar, se cuece aparte– y las regidurías; donde sus antiguos incondicionales más tardaron en probar las mieles del poder que en salirse del redil, declarándose independientes o respondones.
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