Osuna Frías: barril sin fondo

Antonio Ceja

Es una verdadera vergüenza nacional que en nuestro estado y, lo que es peor, en la capital del mismo, la sociedad sea víctima de los excesos de la clase burócrata del municipio de La Paz que no cesa de pedir y pedir dinero a las autoridades municipales mismas que ya no saben si reír o llorar.

Francisco Javier Osuna Frías no solo se ha convertido en una amenaza no solo para la autoridad municipal, sino que ahora, es la sociedad misma la que podría pagar los platos rotos ante la voracidad del aparato burocrático local.

Osuna Frías tiene la cola tan larga como la tiene a los que acusa de mala paga o de irresponsables. Llamar a incendiar camiones no es precisamente una actitud de civilidad, más aún, cuando la clase burocrática es, a los ojos del público, una enorme carga al erario que de ninguna manera responde con eficiencia y trabajo.

De todos es conocido que a la entrada de una nueva administración, los amigos, compadres, y amantes de los gobernantes en turno consiguen abultar la precaria nómina municipal. Decenas de personas se pueden encontrar en palacio municipal haciendo nada, absolutamente nada. Y es a esas personas a las que se les basifica a los meses de haber “entrado a trabajar” por la simple y sencilla razón de componendas familiares o compromisos de campaña.

Líderes sindicales en contubernio con las autoridades han hecho de las suyas y Osuna Frías no es la excepción. Hay en su historial decenas de bases que fueron otorgadas a igual número de personas desde que tomó las riendas del sindicato local. Las últimas cuatro administraciones la nómina municipal aumentó al menos 250 por ciento y es que por cada 10 pesos que recibe de rentas el municipio, nueve los destina al saco roto de la burocracia.

Esta disparidad, es la consecuencia de los deficientes servicios públicos que ofrece la autoridad municipal. En una capital de un estado como el nuestro, no es posible que el camión recolector de basura solo pase dos veces por semana; que los ciudadanos solo tengan agua cada tercer día y que un simple trámite se tarde semanas o meses.

Me platicaba un empleado de confianza, esos que hacen el trabajo de los sindicalizados y que en una loquera de sus jefes son puestos de patitas en la calle sin más liquidación que las gracias, que los sindicalizados tienen bonos especiales que van desde útiles escolares hasta absurdas prestaciones como el bono por ser madres entre otros “logros sindicales”.

Hasta ahora, no ha existido quien ponga orden. Por un lado, tenemos a las nuevas administraciones que meten a quien pueden a estorbar con tal de darles un sueldito, como ya ocurrió con el caso de la hija y nuera de Nacho Monroy con sueldo de 20 mil pesos y por el otro, a los líderes sindicales que acomodan a su parientela y amigos y amigas con la complacencia de las mismas autoridades municipales dando como resultado la ineficiencia de los servicios públicos.

Osuna Frías debe de largarse o calmar sus ánimos de asonada municipal y entender que la culpa, si lo quiere ver de una manera más imparcial, es quien mata a la vaca como el que le detiene la pata.

AL AIRE
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