Por Iván Urusquieta

No es resultado de la más reciente reforma laboral, ni se trata de un nuevo tipo de sentencia prevista por el modelo de justicia oral, pero la guajolotera que el virrey Manny Velazco -el reverdecido gober chiapaneco- le propinó en diciembre pasado a uno de sus pajecitos podría reinstaurar en el país aquella práctica que empleaban los principesos de antaño para dirimir alguna diferencia: la cachetada como invitación para batirse a duelo.

Aunque hay quienes afirman que más que agresión, esa bofetada tenía intención de despabilar al subordinado de vocación atolondrada. Incluso sugirieron algunas voces ladinas que el gesto del principito ecologista podría utilizarse en el lenguaje de señas para expresar la frase “desapendejese…”.

El caso es que esta cultura de la trompada –que encontró en el güero Velazco a su mayor promotor en el país, aunque a nivel mundial el mirrey futbolístico CR7 también dio manotazos a sus rivales de cancha para lograr reconocimiento como digno representante de esta tendencia- podría encontrar acomodo en los coloridos protagonistas de la política choyera cuyos lazos afectivos están más polarizados que los de un grupo de pubertos jugando semana inglesa.

Así, en este ambiente de la cachetada, hay quien afirma que como no se lograban acuerdos para la candidatura del PRI a la gubernatura, allá en la sede nacional del partido pusieron a Ricky y Esthela de espaldas, mientras César Camacho iba diciendo los días de la semana para ver si los aspirantes volteaban sus cabezas hacia el mismo lado. Como prevalecieron las coincidencias, hubo más apapachos que bofetadas, pero cuando iba el turno de Isaías, éste decidió salirse de la reunión pues ya había escuchado que los otros jugadores le hacían el fuchi a la simple posibilidad de darle quicos o recibir experimentados bofetones  en esa semana inglesa partidista.

Con solo dos jugadores involucrados, la decisión fue más fácil para la dirigencia nacional y la candidatura de unidad se decidió –en un apretado resultado- por una nariz. Irónicamente el competidor que abandonó la partida porque le negaron afecto, recibió la bienvenida en el partido de enfrente con un picorete del Picore que inspirado en frases célebres como “estructura mata carita” o “la solvencia de la fea, la candidata bonita la desea” es nada asqueroso en esas andanzas del ligue político.

En este juego de manos –que es de villanos- también recibieron un durísimo bofetón los chapulines legislativos que pidieron licencia a sus curules en el Congreso Local para buscar la candidatura a un nuevo puesto de elección popular, porque su intención era recibir un permiso con goce de sueldo, pero ante los cuestionamientos insistentes que en este sentido hizo la prensa, la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la Cámara local de Diputados aseguró que no se les entregaría su sueldo mientras estén fuera de funciones.

Y mientras las izquierdas le pidieron la mano a la suerte y a cambio recibieron una bofetada, porque esperaban con ansia la desbandada priísta para fichar un candidato más competitivo para la gubernatura del estado, el electorado choyero esperará que en la vigilancia de los comicios 2015, los institutos electorales –tanto nacional como estatal- no vayan a ser como los jueces del Miss Universo que solo argumentando una repentina ceguera y sordera podrían haber pasado por alto la legendaria belleza y evidente inteligencia que en pasarela y con sus respuestas en micrófono abierto exhibió Josselyn Garciglia, a quien dejaron fuera de las 15 semifinalistas.

Tras observar su desempeño en el desfile de traje de baño, más de un choyero ojialegre tuvo –al menos por un momento- la intención de asesorarse con Víctor Castro “El Puchas” y todos los de MORENA para reclamar un voto por voto y exigir que se revocara la eliminación de nuestra Reina Calafia en el Miss Universe. Muchos indignados estuvieron a punto de iniciar un plantón en algún transitado bulevar, pero la intención se les pasó tan pronto recordaron que en ese concurso, como en la justicia de este país, los veredictos se emiten al ritmo de “el que paga manda”.

Ante ese golpe del destino, el manazo del gobernador Velazco debería considerarse una enternecida caricia, así que sus detractores tendrían que -por obligación moral- pedirle una disculpa a Manuel cachetadas.