Por Víctor Octavio García

Simples cuotas de poder

• Delegaciones federales
• Economía; primer gatopardo

El triunfo de Enrique Peña Nieto que significó el regreso del PRI a Los Pinos, victoria cantada años antes de la elección formal por acuerdos cupulares y el avasallamiento de los medios, especialmente por la dupla Televisa-TV Azteca, que provocaron amplios conglomerados sociales, disensos y consensos, euforia en unos y desgracia y desencanto en otros.

Euforia en las huestes del PRI, partido que en el 2000 perdió por primera vez el poder presidencial y en muchos ciudadanos bien intencionados que siguen confiando en las líneas doctrinarias de este partido que se mueve, teóricamente hay que aclarar, en el centro progresista, pero que ha hecho del pragmatismo político una fuente que le permitió afianzarse por varias décadas en el poder, a grado tal de ser considerado el más representativo “partido oficial” de Latinoamérica.

Y claro está, parece que México por mil y una razones está condenado política y socialmente hablando, para que con los cambios que se operen todo siga igual, porque esto es lo que se ha venido experimentando a partir de que la alternancia bipartidista que llegó.  Al menos en el poder del Estado no hay rupturas institucionales porque más allá de diferencias ideológicas, las fuerzas que mueven la carreta son el PRI y el PAN, pues desde que ingresamos a la “era moderna” el albiazul ha desempeñado la función de  “oposición leal”, salvo  las circunstancias inauguradas en los ochenta con los neopanistas del norte –el más representativo Manuel J. Clouthier– que en sus años de mayor fortaleza optaron por la resistencia civil, estrategia prácticamente olvidada por los panistas, incluido Felipe Calderón, los que después de Fox han vuelto a las andadas de los “acuerdos en lo oscurito”;  pero con Enrique Peña Nieto y el Pacto por México, las cosas apuntan a  ampliar el espectro de “oposición leal” e incorporar ahora  grupos disidentes de los partidos tradicionales, otorgándoles posiciones en la burocracia federal, y los personajes más representativos son Medina Mora, recién nombrado embajador en Washington; Mario Di Costanzo, en la Condusef y Rosario Robles en SEDESOL. Esto es para efectos prácticos el escenario nacional que viene a cuento porque las esperanzas de cientos de priístas de todo el país, que se consideran con derechos de sangre para obtener cargos y privilegios en dependencias federales, toda vez que es la etapa que sigue en el reparto del botín que se obtuvo al ganar la elección, y que sin duda alguna sufrieron la primera desilusión al conocerse poco antes de la toma de posesión del Presidente, como quedaría conformado el gabinete presidencial. Ahí recibieron el primer descontón, porque se esperaban que priístas de los que se desgarran las vestiduras exclusivamente figuraran en el primer nivel federal, pero la sorpresa fue otra.

Y para los esperanzados priístas, fundamentalistas de Baja California Sur, que hay que decirlo, pacientemente esperaron que el PRI retornara al poder federal, para que fuesen considerados también en las disputadas delegaciones federales, que escondieron la cabeza como avestruces en los doce años de desgobiernos perredistas, no sacaron la casta entonces, sino que optaron por ser una “oposición leal” al PRD, a la  usanza de los viejos panistas locales, que brincaban para “dejarse caí” en el tercer round, incluso se volvieron empresarios negociando su silencio  y su inactivismo con Leonel y Cota con Narciso Agúndez, ahora resulta que son los primeros en apuntarse  para ser tomados en cuenta por el grupo peñista en el poder; son estos viejos priístas que con el solo hecho de ostentar la membresía bajo la mesa, pero eso sí, aparecer en la foto oportunamente aduciendo un falso liderazgo, los que andan tras Ricardo Barroso, Esthela Ponce e Isaías González Cuevas, porque ellos representan cuotas de poder  en el reparto de delegaciones federales. Y si estos “busca-chambas” confían más en sus derechos de sangre o en su servilismo, (hay otros priístas que sí las merecen por su experiencia y por su fidelidad al tricolor), siguen pensando que ya  tienen una delegación federal en la bolsa, que nomás recuerden como en el mes de noviembre pasado, en plena euforia priísta por el triunfo electoral y la expectativa de diciembre, recibieron un fuerte revés, de esos que da el poder de la concerta-cesión,  propinado incluso a la propia nomenclatura panista local, cuando un perfecto desconocido sin méritos políticos, inexperto e ineficaz que brilló por su pasmadez como Subsecretario de Desarrollo del actual gobierno del Estado, Aurelio Ortíz, se alzó con la delegación federal de la Secretaría de Economía, gracias quién sabe a qué subterfugios y acuerdos con los nuevos usufructuarios del gobierno federal. Y ¿qué han hecho, o qué hicieron estos priístas fundamentalistas, aquellos que se rasgan las vestiduras, para impedirlo?. No se le pueden pedir peras al olmo: callan, y si acaso rumian su coraje en el reducido espacio de un sanitario, mientras Aurelio Ortíz junior se mofa y carcajea, y lleva tres meses cobrando casi cien mil pesos por hacer poco menos que nada. Y además con su oportunismo despojó a priístas que si la merecen, y por qué no decirlo, hasta a otros panistas leales y verdaderos militantes.

Luego entonces, el viejo estigma de cambiar para que todo siga igual sigue vigente en los estertores de la política nacional y local. No tiene la culpa el indio, sino el que lo hizo compadre. ¡Qué tal!

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SOBRE EL CABRESTO
Los “escribidores por encargo” que cobran en la estación Picore tendrán que replantear sus líneas de ataque contra el senador Ricardo Barroso, porque a como se ve no le van a ver ni el polvo. Y los datos duros ahí están; en la elección para gobernador en el 2011 “mordieron polvo” que, de no ser por el “milagro Comondú”, otro gallo fuera el que cantara y en 2012, propiamente “planchó” al “becerro de oro” del PAN con más de 30 mil votos de ventaja. Y una vez más, una intromisión del Instituto Estatal Electoral que anuló más de 20 mil votos de militantes del PVEM que cayeron en las urnas en franco apoyo a los candidatos del PRI generó que la “distancia” se acortara. Por aún, cuando el grueso de la percepción en el estado sigue obrando a favor del Senador Barroso. ¿Así como pues?…….Salud.