Por Víctor Octavio García

Sucesiones en BCS

• Mentir con la verdad
• De Cervantes a Covarrubias

La historia no escrita de las sucesiones gubernamentales en BCS, desde 1970 a la fecha, en las que el gobernador en turno tradicionalmente ha mentido con la verdad, desde el mítico Hugo Cervantes del Río hasta Marcos Covarrubias Villaseñor, documentan, a vuelo de pájaro, cómo, a fuerza de mentir con la verdad y jugar perversamente con el score, salvos dos mandatarios han logrado poner gobernador: Hugo Cervantes del Río, en 1970 y Leonel Cota Montaño, en 2005. Fuera de ellos, los demás ha sido drama, tragedia. Gobernador no pone gobernador.

En 1970, Pedro Vázquez Colmenares, un burócratas llegado de Oaxaca –después sería gobernador de su estado– operó la sucesión gubernamental en el entonces Territorio de Baja California Sur al amparo de las “reglas no escritas” impuestas en BCS por la escuela de Hugo Cervantes del Río. En ese entonces, el gobernador del Territorio de Baja California Sur jugó perversamente con Alberto Alvarado Arámburo y Antonio “Toño” Navarro, pero su “candidato” siempre fue Félix Agramont Cota.

Cervantes del Río nunca “placeó” a su verdadero candidato, por el contrario, siempre lo cuidó y protegió –recomendado por su poderoso secretario particular, Pedro Vázquez Colmenares– y así fue como llega Félix Agramont Cota a la gubernatura del Territorio, mientras el gobernador jugaba con Alberto Alvarado Arámburo y Antonio “Toño” Navarro.

En 19474, Félix Agramont juega con Raúl Palacios pero su verdadero “candidato” era Rafael Castillo Castro. No llega ninguno de los dos, sino Ángel César Mendoza Arámburo, quien igual había servido en el régimen de Cervantes como en el de Agramont. En 1980, seis años después de que el antiguo territorio se convirtiera en estado, Ángel César Mendoza Arámburo, experto en el manejo de la tenebra, deja correr la caballada integrada por Alberto Alvarado Arámburo, Armando Trasviña Taylor y Víctor Liceaga Ruibal, ventaneando, promocionando y engañando al mismo tiempo con Alfonso González Ojeda, siendo que Víctor Liceaga ya había recibido la bendición y las palabras mayores de parte del Presidente José López Portillo auspiciado por el entonces Presidente Nacional del PRI, Gustavo Carbajal Moreno, incluso sus familiares y amigos ya lo estaban celebrando con champagne cuando se enteran esa misma noche que Alberto Alvarado les había “sacado las canicas” de la bolsa ante el inesperado giro que dio el Presidente López Portillo al cambiar la “pichada” una vez que los Senadores del PRI y amigos del Presidente; Joaquín Gamboa Pascoe y Roberto La Madrid Romandia, intercedieron a favor de Alberto Alvarado Arámburo.

Seis años después, Alberto Alvarado opera la sucesión al viejo estilo de Hugo Cervantes del Río. Promueve y perfila a Raúl Palacios Avilés y a Antonio Manríquez Guluarte pero protege y cuida a su verdadero candidato: Armando Trasviña Taylor. No llega ninguno de los tres, sino que se “cuela” el que menos quería; Víctor Liceaga Ruibal, su acérrimo adversario que seis años atrás le había disputado la candidatura.

En 1992, Víctor Liceaga perfila a Guillermo Mercado Romero y Antonio Manríquez Guluarte, pero usa a José Antonio Valdivia como “dique” para mantener a raya a la clase política priísta, protegiendo claro está, a su candidato; Raúl Carrillo Silva. No llega ninguno de dos últimos sino que por la vía del Fast track imponen a Guillermo Mercado Romero. Guillermo Mercado llega a la gubernatura debido al impulso decidido que recibiera por parte de Raúl Salinas Lozano, papá del Presidente, cosa que el mismo Mercado no ha tenido empacho en reconocer.

En medio de deseos políticos, hartazgo y crispación social, Guillermo Mercado Romero juega en la sucesión de 1998 con Antonio Manríquez Guluarte, José Antonio Valdivia y Leonel Cota Montaño sin poder operar, aunque fuese en lo oscurito o a escondidas, en favor de su verdadero candidato; Raúl Antonio Ortega Salgado. Guillermo Mercado Romero hubiese querido que su sucesor fuera su gran amigo Raúl Antonio Ortega Salgado pero se encontró con el permanente rechazo del Comité Nacional del PRI a sus aspiraciones, y entonces tuvo que jugarse la única carta que pensó que era la que lo favorecería, abriéndole la cancha de par en par a Leonel Cota Montaño con quien se había comprometido cuando fue nominado candidato ante el rechazo popular recibido, y del cual Liceaga y Leonel lo hicieron superar; entonces en combinación con el Comité Nacional del PRI se pusieron de acuerdo para llevar a cabo una elección interna en la cual harían ganar a Antonio Manríquez para que después perdiera ante Leonel Cota una vez que éste desertara del PRI. (Esto fue declarado por el propio Guillermo Mercado el 5 de Julio del 2008 en las oficinas del Comité Estatal del PRI) versión que posteriormente sería confirmada por Porfirio Muñoz Ledo, quien a boca de jarro le increpó a Guillermo Mercado Romero en el Aniversario de la Promulgación de la Constitución dos días antes de las elecciones locales del 7 de febrero de 1999, en el histórico Teatro de La República, en Querétaro, Querétaro, “que se preparara para entregarles el gobierno al PRD”. Esta fue pues una sucesión pactada y arreglada de antemano.

Leonel Cota Montaño, llega a la gubernatura al amparo de una coalición PRD-PT, quien ante las demoledoras derrotas del PRI, primero en BCS y después en la Presidencia de la República, se queda finalmente con la “mula de seis” y opera con absoluta libertad, sin presiones ni contrapesos, su propia sucesión. Utiliza a Rodimiro Amaya Téllez que lo incrusta en el PRI a través del PVEM –vía Manuel Salgado– y perfila a Víctor Guluarte y a Alfredo Porras Domínguez, pero sin descuidar a su delfín y “heredero al trono”; Narciso Agúndez Montaño. Leonel Cota, al igual que Hugo Cervantes del Río, no solo tiene la suerte de operar su sucesión libre de interferencias y contrapesos sino que impone a su candidato y “deja gobernador”.

Narciso Agúndez, desapegado del ejercicio del poder, arisco y sin oficio político, opera la sucesión gubernamental de cara a un “destino manifiesto” y en peor de los mundos posibles; la derrota. Impone a Luis Armando Díaz, pero juega con Marcos Covarrubias Villaseñor, René Núñez Cosio, Rosa Delia Cota Montaño y Ricardo Gerardo Higuera. Pierde su candidato y el que “tira pal monte” siendo de su misma cuadra se queda con la gubernatura, es decir, Marcos Covarrubias.

Para el 2015 aún falta trecho por recorrer pero resulta evidente que el gobernador, fiel al estilo de sus antecesores, también opera mintiendo con la verdad. Juega con José Antonio Ramírez y con su sobrino, Francisco Pelayo Covarrubias, pero el fondo cuida, protege e impulsa en lo “cortito” a Carlos Mendoza Davis, su verdadero candidato. Faltan dos años para despejar la incógnita en la que el actual gobernador demostrará si se suma a la reducida lista de gobernadores que dejan gobernador (Hugo Cervantes del Río y Leonel Cota Montaño) o se convierte en uno de los 6 gobernadores que se quede en medio del camino con el inconfesable deseo de querer poner y dejar gobernador. ¿Échense ese trompo a la uña?.

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