«Del dedazo a la alternacia» (Fragmento)


  • Vital para los alcaldes las buenas relaciones con el gobernador

Capítulo extraído del libro “Del Dedazo a la Alternancia”, con autorización de su autor Federico Riestra Castro

“…Hace unos días, conversando con un buen amigo que sabe de política, coincidíamos en que, en general, los alcaldes del tiempo del PRI tenían presentes un principio ineludible por el bien de sus gobernados, ante la fuerte dependencia económica de los ayuntamientos hacia las participaciones federales y al gobierno del estado: “llevarla bien con el gobernador”.

Recordaba así mismo que una de las excepciones a esa regla fue Ricardo “Chato” Covarrubias, quien presidió el VII Ayuntamiento de Comondú, pero no porque Ricardo no buscara al gobernador Víctor Liceaga, sino porque las diferencias con él arrancaban desde la consulta interna del pri, que ganó “el Chato” a contracorriente al favorito del grupo del Gober , -Alfredo Martínez-, que Rodimiro Amaya Téllez encabezaba en la región del Valle de Santo Domingo, y quien no dejaba de intrigar desde la Asociación Agrícola contra el entonces alcalde.

El Chato me lo comentaba así: “Mira compadre, más tardo yo en regresar de La Paz después de comer y platicar en los mejores términos con Liceaga en El Caimancito, como ayer lo hice, que estos cabrones en intrigar al gobernador con chismes y rumores desde aquí por teléfono, ¡y lo malo es que les cree todo!”

Algo similar le pasó en ese mismo trienio (1990-93) a Antonio Wilson en La Paz, quien también ganó la candidatura al favorito de Víctor Liceaga -por lo visto no daba una-, Jorge Álvarez Gámez, logrando éste por compensación una notaría pública, y a quien viéndolo bien hoy le fue mejor, a pesar de que posteriores gobernadores emanados del PRD repartieron notarías públicas como confeti, casi hay notarías ‘como los oxxos’, se comenta entre abogados.

Con Narciso Agúndez como gobernador (2005-11) el humor al respecto ha sido muy ácido, porque se frivolizaron los méritos para una patente notarial por afectos y favores personales y por negocios.

Por cierto, “El Chato” Covarrubias y Antonio Wilson murieron poco después de concluir sus mandatos populares, por causas distintas (un accidente carretero y una enfermedad crónica, respectivamente), hechos no imputables directamente a la política, es cierto, pero con la similitud también de que fueron perseguidos por sus sucesores y el Congreso en turno.

Esa persecución fue una causa indirecta porque los traían molestos; me consta en el caso de “el Chato” porque nos dijo día antes de su fatídico accidente, en casa del arquitecto Arturo Ordoñez, compadre mutuo en la tierra de los compadres, andaba irritado con las difamaciones divulgadas por sus enemigos de siempre sobre su administración; para Wilson, enfermo del páncreas, las alteraciones de ánimo también eran evidentes, y Adán Ruffo, su sucesor panista, no lo soltaba, quería enjuiciarlo por supuestas desviaciones, en tanto que el gobierno estatal priista se hacía ‘el tío lolo’, era una manera de frenar la popularidad de ambos y mantenerlos ocupados.

Habría que apuntar como testigo de esta circunstancia al entonces secretario general de Wilson, que era Leonel Cota, que llegaría más tarde a ser gobernador con una popularidad construida precisamente como segundo de Wilson…”

Extracto del Libro “Del Dedazo a la Alternancia”, Memorias de Periodismo y Política en BCS, de Federico Riestra Castro

Mañana  “La Democracia Transparente, en tiempos de Alberto Alvarado Arámburo”

Búsquelo en librerías del Instituo Sudcaliforniano de Cultura


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