- Barroso el desesperado
- Que Calderón lo espiaba para robarle sus “ideas”
Julián Ortiz
Platicaba en mi colaboración anterior que si algo le sobra a Ricardo Barroso, es inexperiencia. Y decía también que en tiempo de jóvenes, él, que todavía puede presumir de serlo, se comporta al arcaico estilo del priismo y de todos los políticos del viejo cuño, buenos para lo malo y malos para lo bueno (ya ni Isaías). Y mencionaba que los políticos choyeros son simples visitantes de las altas esferas del Congreso, lo que les da para llevar una buena vida durante tres o seis años, según el cargo que les toque.
También exponía que Carlos Mendoza es la posibilidad de dar un giro a esa tendencia hecha costumbre, aunque le duela a muchos y sin ser yo su fan, porque es el que tiene experiencia y relaciones de nivel. Su presencia en el G20 le caló hondo a sus adversarios, que como si trajeran una pulga en aquella partecita posterior, respingaron para vociferar y descalificar a quien les ganó el tirón y supo estar donde deben estar los grandes, los que saben, los que tienen con qué. Se imaginan a Barroso en el G20 con su carita de “qué hago aquí”
Curioso, porque mientras Barroso decía en la tele local que los panistas lo persiguen y que le andan robando sus propuestas (jajaja, risotada como la del anunció del Peje), Mendoza se reunía con altos jerarcas de la economía mundial, en el G-20. Barroso alegaba como vil niño al que le roban un dulce, que el presidente Calderón le birló lo de la cobertura universal de salud (tema viejo que hoy se pone en marcha en BCS), Mendoza decía en el G-20, junto a José Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE; Luis Alberto Moreno, presidente del BID y Anthony Wayne, embajador de Estados Unidos en México, que “he venido aquí para analizar nuevos esquemas que puedan servir para lograr el objetivo que tengo como Senador: el bienestar de los sudcalifornianos”.
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