Por Víctor Octavio García

Cacería

• Disfrute de la vida salvaje

En honor al profesor, Ricardo Fiol Manríquez, fiel lector de este espacio.

Captar imágenes como las que hoy compartiré con usted, suele ser disfrute y goce de unos cuantos. Cuando el “Titi” Carballo (Dr. R. Alejandro Carballo Cota) me reiteró la invitación a disfrutar, en una tarde gélida o en una mañana serenada, a más de treinta venados juntos comiendo en el potrero del rancho de su hermano, nunca imagine que los escenarios fueran a ser tan seductores para mi Minolta (cámara) que logre accionar  –en menos de tres minutos– en más de doce ocasiones captando preciosas imágenes todas ellas distintas del bello espectáculo que nos ofrece la vida salvaje.

Y que mejor momento para despedir por este año Crónicas de Cacería compartiendo con ustedes tan bellas imágenes. Por razones de espacio seleccioné cuatro fotografías –las más nítidas más no las más representativas– captadas esa tarde en la que ejercité el dedo disparando con asombrosa destreza mi pequeña Minolta. Imágenes que se perdió Ricardo Barroso –el “coco” de los panistas y del “Picore”– a quien había invitado a saborear unas riquísimas costillas tendidas sobre las brasas en el rancho Santa Rosa, propiedad del “Titi” Carballo.

Todos los días, a lo largo de los últimos cuatro meses, –durante la larga sequía–, en la mañana y en la tarde, manadas de animales (venados) se metían al potrero –ubicado dentro del mismo rancho– a comer. Prendía el motor para regar la pradera y que los animales tomarán agua. Bello espectáculo que se repitió a lo largo de cuatro meses bajo el cuidado de Marcelino y su esposa, Lucy, quienes no solo tienen prohibido cazar en sus vastas propiedades sino que ellos mismos se imponen –y acatan– las rígidas reglas como sucede en la gran mayoría de los ranchos sudcalifornianos.

Cada vez que voy al rancho –por lo regular cada fin de semana– “tiro por viaje” me “botan” animales en la brecha. Como sé que no les agrada que le tiren optó por no llevar armas, salvo un cuchillo fajado al cinto. En ocasiones los sigo solo para disfrutar los preciosos ejemplares “botando” con singular destreza en su medio natural: Hábiles, inteligentes, orgullosos, valientes y soberbios, muestran con tan modesto garbo sus fortalezas que le han permitido sobrevivir ante la despiadada depredación del hombre a lo largo de trescientos años de “civilización” y otrora vida misional. Pocos animales en la naturaleza reflejan tal gallardía como el venado.

Espero que como yo disfruten estás inolvidables imágenes que bien valen el esfuerzo de promover una veda general de por lo menos diez años con acciones que verdaderamente impacten en su reproducción y cuidados. Una veda que contemple una vigilancia real y permanente, pequeñas obras hidráulicas para la retención de agua diversificadas en las zonas de reproducción y apareamiento, levantamiento de censos cinegéticos, un fondo para la compra y distribución de forraje en épocas de sequía, etc., para conservar uno de los recursos cinegéticos más representativos de nuestra vida salvaje. El Venado.

BCS no es ajena a los embates de la globalización, de una despiadada transculturización que destruye sistemática, brutal y permanentemente nuestros orígenes. Los sudcalifornianos no podemos ser indiferentes –mucho menos pasivos– a fenómenos externos que amenazan constantemente nuestra centenaria “comunidad de sangre”. ABCdario, con sus limitaciones y excesos, ha dado cuenta de las costumbres, formas de pensar, comidas y gustos de nuestra gente, honrándola permanentemente a través de Crónicas de Cacería cuya serie muy pronto habremos de editar con el apoyo desinteresado y comprometido de varios patrocinadores involucrados en este proyecto con el único fin de preservar lo nuestro, nuestra identidad amenazada y agraviada por la transculturización proveniente de otros estado y de fuera del país, el valor intrínseco de nuestra gente, el arraigo de nuestras hábitos y costumbres y sobre todo, con el deseo inalienable de seguir siendo una “comunidad de sangre”; la gran familia que conformamos los sudcalifornianos, lo que aquí hemos nacidos y los que han llegado a sumarse al progreso de esta hermosa tierra. Salud.

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